Alicia Andueza Pérez
Doctora en Historia del Arte
Fueron muchas las mujeres que, como signo de piedad y de su posición social, realizaron donaciones de piezas textiles a templos navarros, en ocasiones de sus propios vestidos para que de ellos se hicieran obras bordadas y especialmente a las distintas imágenes de la Virgen.
Como muestra de todas ellas, destacan los obsequios regios, como el que realizó a la colegial de Tudela en el siglo XV la reina Leonor, junto con el rey Carlos III, de unas vestiduras y un paño de brocado; los mantos que la reina Catalina donó a la Virgen del Sagrario de la catedral de Pamplona; o el brial de brocado que la reina Leonor, hija de Juan II, donó a la colegiata de Roncesvalles y del que se hizo un manto para la Virgen y una capa pluvial.
También la reina Bárbara de Braganza regaló un manto de terciopelo carmesí bordado en plata a la Virgen de Araceli del convento de las madres Carmelitas Descalzas de Corella.
En el siglo XVIII, se distingue la figura de la reina viuda Mariana de Neoburgo, que obsequió a la Virgen del Camino de Pamplona con un vestido de tela blanca con flores de plata y al convento de las Carmelitas Descalzas de Pamplona con dos vestidos de los que se compuso un terno.
También la reina Bárbara de Braganza regaló un manto de terciopelo carmesí bordado en plata a la Virgen de Araceli del convento de las madres Carmelitas Descalzas de Corella, a la que la reina Isabel II obsequió con otro manto, esta vez de terciopelo azul. Ambos se conservan hoy en día como muestra de lujo y devoción y del lugar que también las mujeres ocuparon como donantes y mecenas de piezas textiles.