Ricardo Fernández Gracia
Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro
Respecto a sus fuentes gráficas, hemos de señalar el grabado que acompaña a la biografía del padre Miguel Salón de 1651 realizado por Juan Felipe Jansen, así como una estampa de Mateo Gregorio Rossi, artista romano de la segunda mitad del siglo XVII. Ambas presentan al santo arzobispo repartiendo sus dineros, que entresaca de una bolsa y entrega a necesitados y tullidos.
Dejando aquel siglo, citaremos también el magnífico cuadro del pintor sevillano José María Romero, quien realizó en la última etapa de su vida un ciclo con destino a los Agustinos Recoletos de Marcilla, entre 1890 y 1891. De nuevo, lo encontramos con la bolsa, de la que saca unas monedas para entregarlas a un niño huérfano.
Si comparamos esta composición con las anteriores, observamos que el número de pobres se ha mermado, al igual que todo su cortejo episcopal, en aras a la sencillez y claridad del mensaje. San Lorenzo en el Hospital de Tudela: La figura de San Lorenzo la solemos encontrar ordinariamente con el instrumento de su martirio, la parrilla. También, cuando se le representa en escenas de su vida, se suele elegir la de su muerte.
En el lienzo de Marcilla encontramos a una joven y elegante viuda enlutada y con el rostro velado con su hijo de corta edad.
Sin embargo, a veces lo encontramos distribuyendo entre los menesterosos los tesoros y bienes de la Iglesia que le había confiado el papa San Sixto, como ocurre en el capitel románico del siglo XII del claustro de San Pedro de la Rúa de Estella. Más excepcionalmente, aparece repartiendo limosna con unas monedas que deposita en las manos de los pobres y harapientos. En el retablo mayor del Hospital de Santa María de Gracia de Tudela, hallamos este último modelo, en un contexto de exaltación de las obras de misericordia, tanto por el ambiente de la Contrarreforma como de la propia institución a la que pertenece.
El mencionado retablo fue contratado por Juan de Gurrea, en 1635, por la cantidad de 225 ducados, siguiendo las trazas de Jerónimo de Estaragán. De su dorado y pintura se encargaron Hernando de Mozos y José de Fuentes en los años siguientes. Más tarde, en 1686, Jacinto de Blancas realizó los “seis cuadritos nuevos” para el banco del citado retablo.
El lienzo de la viuda recibiendo limosna de José Mª Domenech (1864) en Marcilla: En el refectorio del convento de los agustinos de Marcilla se conserva un gran lienzo, cuyo tema y ambientación resulta casi inquietante. Se trata de una obra de marcado carácter realista y con unas luces tan contrastadas que parece inspirarse en obras del tenebrismo seiscentista, si bien los personajes son totalmente decimonónicos.
Su autor, José María Domenech nació en Murcia en torno a 1820-25 y falleció en La Coruña en 1890. Se formó a la sombra de la Sociedad Económica de su ciudad natal, en la Real Academia de San Fernando y en el taller de Courture de París. Viajó a México y a su regreso se acomodó como profesor en los Escolapios de Getafe.
Participó en varios concursos y las Exposiciones Nacionales de 1860 y 1864. En esta última lo hizo con lienzos como Dos niños recibiendo limosna o Un pobre vergonzante, temas que nos aproximan al que nos ocupa. Años más tarde, tras participar en otras muestras y escribir en distintos periódicos madrileños, aceptó dirigir un establecimiento de segunda enseñanza fundado en Santa María de Cee, en donde falleció en 1890.
En el lienzo de Marcilla encontramos a una joven y elegante viuda enlutada y con el rostro velado con su hijo de corta edad, en el rellano de la escalera de una casa de vecindad, pidiendo limosna y recibiendo de una mano anónima unas monedas, como si la pintura nos quisiese hacer reflexionar sobre el texto de San Mateo que recuerda: “Cuando dieres limosna, que ignore tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo agradecerá”.
Continuará…