Ignacio López-Goñi
Catedrático de Microbiología
Somos muchas las personas que hemos incorporado las redes sociales a nuestra rutina diaria como medio para obtener información. Además de su inmediatez, tienen la ventaja de que, hasta ahora, no suponía coste alguno.
Y eso las convierte en la opción preferida para mucha gente joven. Como me comentó en cierta ocasión un alumno, “el correo electrónico es para gente mayor”.
Twitter es una de las redes sociales más populares, con cientos de millones de usuarios por todo el mundo.
Como permite compartir mensajes cortos, incluir imágenes, videos y enlaces a otros sitios en internet de forma rápida, bien usada es uno de los canales más profesionales para la comunicación científica.
Twitter es una de las redes sociales más populares, con cientos de millones de usuarios por todo el mundo.
En la actualidad prácticamente todas las publicaciones y sociedades científicas, la mayoría de los centros de investigación, universidades y muchos investigadores emplean Twitter para su trabajo profesional. Vía directa de comunicación con los científicos. Durante la pandemia de Covid-19, Twitter demostró su potencial.
Entre otras cosas, porque facilitó el diálogo entre el mundo de la investigación y los medios de comunicación más tradicionales.
Ese diálogo era clave porque, en unos pocos meses, hubo decenas de miles de artículos científicos sobre el virus SARS-CoV-2 y la enfermedad Covid-19. Había más artículos sobre el nuevo coronavirus que sobre la malaria, por ejemplo.
Entre toda esa inmensa maraña de información, costaba distinguir entre los errores, las malas interpretaciones, las verdades provisionales y la ciencia de calidad (la solución a la pandemia).
Por eso, muchos periodistas especializados en ciencia se informaron y comunicaron con científicos de todo el mundo. En Twitter somos tribus y, si elegimos bien a las cuentas que seguimos, puede convertirse en una excelente fuente de información.
Continuará…