Javier de Navascués
Profesor de la Facultad de Filosofía y Letras
Vuelve, por tanto, a aprender cómo enfrentarse a los problemas y, tras visitar un buen número de granjas y recibir charlas de unos y otros, tiene claro cómo debe sacar provecho de la suya. Sus hermanos, al principio, se resisten a sus decisiones, pero, confiados en la autoridad que le ha dado su función en la familia y su modo reflexivo de afrontar los retos, se fían de ella.
En la segunda parte, Campos colindantes, ya conocemos el resultado de su trabajo. Dieciséis años más tarde la granja ha prosperado. Alexandra es una mujer de mediana edad, los hermanos le piden consejo para cualquier cosa y el pequeño Emil ha podido continuar sus estudios. La crisis económica que se cernía sobre la familia ha desaparecido y Alexandra contempla con serenidad el panorama futuro. Sus tierras valen dinero.
La vista se extiende más allá del entorno familiar y el lector va conociendo la sociedad en la que se integra.
Poco a poco se han ido despejando los nubarrones. La vista se extiende más allá del entorno familiar y el lector va conociendo la sociedad en la que se integra. Una sociedad basada en la heterogeneidad cultural: los vecinos bohemios, suecos, irlandeses y franceses han de entenderse dentro de un marco nuevo, el de la tierra que todos se disponen a poblar. Y es que es la naturaleza quien se erige en el hogar del colono, el suelo duro y difícil en el que, si alguien persiste, puede prosperar.
La tercera y cuarta partes, Memorias de invierno y La morera, prosiguen la atención fuera del círculo más inmediato de Alexandra. La historia trágica de su amiga Marie y su hermano Emil contrasta con el amor que va surgiendo entre Alexandra y Carl. La quinta y última parte, titulada con el nombre de la heroína, supone la culminación.
El drama alrededor de Alexandra, que aquí solo esbozamos, termina con su reconciliación con el culpable. Solo cuando se ha restaurado el equilibrio, se alcanza la plenitud personal. Es ella misma, por fin, quien, después de haber vivido para los demás, tendrá su oportunidad. Como líder ha impuesto los intereses generales a los propios, pero esto no puede prolongarse siempre. Ya es hora de fundar su propia familia.
Narrada con una sencillez clásica, Pioneros condensa gran parte del universo narrativo de Willa Cather. Otras obras suyas que vinieron después presentan estructuras más complejas, pero en casi todos los casos hay una protagonista que se enfrenta a un mundo en transformación.
Con todo, es en esta novela donde de forma más clara y sostenida entendemos los presupuestos de una sociedad de colonos fundada en valores como la iniciativa, la resistencia y el liderazgo dentro de un ámbito familiar.