José Luis Molins Mugueta
Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro
Motivo de que entonces algunos capitulares le encargasen un alzado de garbo, luzimiento y esplendor, por si gustase la Ciudad valerse de él a su tiempo. Esta circunstancia acontece mediado marzo de 1755, propiciando la elección de este perfil durmiente y la firma de la oportuna escritura.
El diseño de Zailorda es doble, pues en la traza las soluciones planteadas a uno y otro lado del eje de simetría difieren claramente. Los asesores consultados consideraron más logrado el proyecto que denominan de columnas (“exentas”, frente a las “adosadas”), que estimaron de más gala y magnificencia que el que se tenía escriturado con Juan Miguel de Goyeneta. De modo que el frontispicio, en lo que corresponde a las plantas baja, principal y segunda, siguió el plan Zailorda.
En 1756 el remate fue sustituido por otro, según idea del prestigioso maestro de Obras Reales Juan Lorenzo Catalán. En agosto del mismo 1756 fue requerida la presencia de José Marzal, maestro de mucho crédito e inteligencia, para que a la vista de la fábrica hiciese un diseño de escalera, adecuado al empaque que se pretendía dar al edificio.
Esta notable escalera subsistiría hasta 1952, fecha del derribo de un edificio del que no resta sino la fachada originaria.
Pertenecía Marzal a una familia de constructores, activos en el momento barroco navarro del siglo XVIII, con centro en la Ribera. Como respuesta al encargo realizó la traza requerida, con su media naranja y linterna, y redactó la pertinente memoria, por cuyo trabajo, incluidos gastos de viajes y estancias, cobró ochenta pesos sencillos. Esta notable escalera subsistiría hasta 1952, fecha del derribo de un edificio del que no resta sino la fachada originaria.
De caja rectangular y doble tiro, su tipo respondía al modelo denominado imperial, con búsqueda de efectos escénicos y teatrales, pues a medida que se ganaba altura, los diferentes planos de visión ofrecían perspectivas distintas, a las que no era ajena la cambiante iluminación, obtenida a partir de los óculos y ventanas de la linterna que remataba la cúpula gallonada. Y una nota muy del barroco, como es la fusión de las artes, pues se conservan bocetos de pinturas en color, de paisajes y escenas enmarcadas por motivos rococó, para los descansillos.
En la leyenda que acompaña a la traza diseñada por José Marzal, se observa señalado con I: I es la Puerta sobre la bóveda para dar paso al cuarto de los clarineros. Resulta fácil imaginar la impresión emocional que produciría en los participantes en actos que requirieran la presencia de la corporación en Cuerpo de Ciudad, la coincidencia de la arquitectura con los motivos plásticos y pictóricos, con los efectos de luz, sumado ello a los acordes musicales de clarines, expandiéndose desde lo alto en toques protocolarios.
Continuará…