Enrique Baquero
Investigador del Instituto de Biodiversidad y Medioambiente
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Salud, medioambiente y educación. Y no necesariamente en ese orden.
La vida de los fumadores, o su calidad de vida, ya no es el único problema. Hace ya tiempo el efecto nocivo del tabaco ha llegado a los no fumadores y al medioambiente global. El efecto de 90 millones de cigarrillos al día solo en España (9 billones al año en todo el mundo) no puede ser ignorado. Arrojadas al suelo, son arrastradas por las aguas de escorrentía y después de viajar por las alcantarillas, terminan en ríos y océanos.
Salud: cada año se consumen en el mundo unos 6.5 billones de cigarrillos, que son responsables de la muerte de más de 8 millones de personas. Las colillas contienen miles de sustancias tóxicas que quedan parcialmente retenidas en su filtro: nicotina, metales pesados (mercurio, plomo, cadmio, arsénico), ácido cianhídrico (utilizado en las cámaras de gas durante el Holocausto), hidrocarburos aromáticos policíclicos e incluso sustancias radioactivas como el Polonio-210.
Estos datos son lo suficientemente elocuentes como para preguntarnos cómo es posible que todavía se permita la venta de tabaco, que constituye la primera causa de muerte evitable en el mundo, además de las millonarias pérdidas económicas que se producen en el sistema sanitario para intentar contrarrestar las enfermedades producidas por su consumo.
Estos datos son lo suficientemente elocuentes como para preguntarnos cómo es posible que todavía se permita la venta de tabaco.
Medioambiente: en este ámbito se pueden definir tres tipos de problemas: el que causa el propio material de la colilla, los que causan los productos tóxicos que quedan retenidos en una colilla usada, y el hecho de que suelen ser arrojadas encendidas.
Las colillas tardan en degradarse 12 años y pueden llegar a contaminar 500 litros de agua. Dos tercios de las colillas que se arrojan al suelo en todo el mundo terminan en el mar, y a veces son confundidos como alimento por los animales.
Puesto que las colillas contienen filtros de acetato de celulosa, un tipo de plástico que no es biodegradable, y permanecen mucho tiempo en el medioambiente, liberando lentamente los compuestos tóxicos que contienen y contribuyendo a la contaminación de los ecosistemas. Actualmente, las colillas suponen el principal tipo de residuo a nivel mundial, especialmente en los océanos. Por último, no puede omitirse el hecho de que una colilla puede ser la causa de la ignición que inicie un incendio, algo que pasa en muchas cunetas de carretera cuando los conductores la arrojan por la ventanilla del coche.
Educación: muchas personas evitan arrojar al suelo papeles, bolsas y otros objetos, pero después de fumarse un cigarrillo no tienen ningún problema para arrojar la colilla al suelo. Esta actitud ha terminado dejando 72 mil millones de colillas en el medio, y son el segundo residuo más abundante a nivel global. Actualmente, las colillas constituyen el 40 por ciento de los residuos en el mediterráneo. Es llamativa la falta de relación entre el esfuerzo que supone no arrojar la colilla al suelo, y el número de practicantes en hacerlo (se calcula que un 60 por ciento de los fumadores). En el mejor de los casos, las colillas se tiran a los contenedores de basura y se llevan a los vertederos pero, como hemos dicho, ni siquiera esto es una solución aceptable.
¿Y cuáles son las razones por las que se arrojan al suelo? Es evidente la falta de conciencia del problema, la normalización social y la falta de remordimiento, todo reforzado por modelos cinematográficos. Algunos fumadores argumentan que en la mayoría de lugares no hay donde depositarlas. Dada la importancia del tema, ninguna es una razón de peso.
Legislación: en la actualidad, las colillas que acaban en la basura mayoritariamente llegan al
vertedero.
Continuará…