Javier Andreu Pintado
Profesor Titular de Historia Antigua y Director del Diploma de Arqueología de la Universidad de Navarra
Hace unos días, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra, celebramos la adelantada fiesta de nuestro patrón. En la parte final del acto académico, el estudiante que recibía el premio extraordinario en el Grado de Historia y Periodismo denunció en su turno de palabra el “presentismo” con que se enseña hoy la Historia, tema actual ahora que el Consejo de Ministros acaba de aprobar la Ley Celaá con una singular concepción de la Historia.
A propósito de la asignatura de Historia de España, la ley Wert subrayaba el esencial papel de la Historia “para el conocimiento y comprensión de nuestro pasado y del mundo actual”, insistía en “su carácter formativo ya que desarrolla capacidades del pensamiento abstracto (…) como el sentido crítico” y en que “contribuye a la formación de ciudadanos responsables”.
En el proyecto de Real Decreto que se aprobará se dice que el “análisis del pasado (…) constituye una referencia imprescindible para entender el mundo actual”.
Para la ley en vigor, la Historia es ”conocimiento y comprensión“; para la nueva es solo ”análisis“.
Se afirma que la Historia de España “conforma un rico legado que se debe apreciar, conservar y transmitir como memoria colectiva de las generaciones (…) y como fuente de aprendizaje para las que nos van a suceder”, se insiste en que con la Historia “se toma conciencia de los factores que condicionan la actuación humana” y se apuesta, para ella, por una “concepción dinámica condicionada por temas que despiertan interés en la comunidad académica y que la sociedad considera
relevantes”.
Para la ley en vigor, la Historia es “conocimiento y comprensión”, para la nueva es solo “análisis”. Para aquella, la Historia era útil para entender “no solo nuestro pasado sino también el mundo actual”. Ahora, sencillamente lo es “para entender el mundo actual”.
Para la ley hasta ahora en curso, la Historia tiene un “carácter formativo” vinculado a la crítica de fuentes. Aunque la propuesta de ley ya aprobada incide en la “metodología histórica” y en su “rigor científico”, en ella la Historia queda reducida a una “memoria colectiva de las generaciones” sin que la “actitud crítica hacia las fuentes” o la “valoración del patrimonio cultural e histórico” (que se citan como competencias que el alumno ha de adquirir) parezcan jugar algún papel.
Se insiste en una “concepción dinámica” de la Historia que debe atender solo a aquellos asuntos que “la sociedad considera relevantes” restando valor de objeto histórico a todo aquello que, socialmente, no resulte interesante y anteponiendo la “memoria colectiva” y el “relato” al verdadero ejercicio científico.
Continuará…