Roberto Cabezas Director de Fundación Empresa y Career Services
El mundo está viviendo un cambio radical. La sociedad hasta antes de la pandemia evolucionaba a una velocidad sorprendente y nadie sabe a ciencia cierta adonde nos lleva la revolución tecnológica, la globalización, la crisis sanitaria mundial y la irrupción de la generación Z. Desde mi perspectiva, esta irrupción supone el salto generacional más determinante y agresivo de la historia próxima, por el modo en que socializan y por su modo de ver la realidad en todos los ámbitos de la vida. La palabra ‘cambio’ está gastada, desprestigiada. Es una palabra comodín de los políticos y publicistas. ¿Cómo reconocer cuándo estamos ante un cambio verdadero? Creo que cuando este llega nos expone a un proceso de destilación, de depuración, de alquimia o metamorfosis que no tiene que ver con un ‘cosmético’, para mejorar la fachada. Cambiar es desollarse vivo; por eso duele y es incómodo.
Tenemos que saber y asumir que esta nueva generación tiene un nuevo relato y nuevas necesidades que van de la mano de la tecnología. Ahora bien, esto no es solo un cambio tecnológico. Es una trasformación mucho más profunda que nos obliga a salir de nuestra zona de confort. Estos jóvenes son hijos de un mundo sin fronteras que ya no buscan un trabajo para toda la vida, aunque a muchos les sorprenda o incluso no lo entiendan. Esto supone un cambio del modelo. Hay que saber elegir al mejor pero también dejando que este se marche. Ya no hablamos de un empleado, sino de un profesional al servicio de la sociedad, del mundo. O las empresas se adaptan o no atraerán al mejor talento. Viven en una dinámica de inmediatez, porque para ellos todo es rápido y fugaz. Pero claro, cómo decirles a estos protagonistas de estos tiempos tan inquietos y curiosos, que en la vida prácticamente todo puede esperar. Que no pasa nada por detenerse a pensar. Nada va a cambiar y las decisiones que se tomen con seguridad serán mejores.
Tenemos que saber y asumir que esta nueva generación tiene un nuevo
relato.
El mundo digital no da espacio a esa pausa. Exige, apremia. Todo es inminente, todo es urgente, todo es aquí y ahora. Son jóvenes que son capaces de desligarse de los modelos, pautas, arquetipos y estructuras, y crear su propia horma para tomar sus decisiones y diseñar su carácter y estilo de vida. Son actores de un nuevo modelo de profesional comprometido activamente en la consecución de un mundo más equitativo y sostenible. Una especie de ‘ciudadanía global’ fundamentada en principios como la solidaridad, el altruismo, el compromiso y la sensibilidad social, etc. En términos laborales, buscan empresas que trabajen de una manera diferente. Compañías que apuesten por la tecnología, que tengan un alto compromiso y responsabilidad social, principalmente con el entorno.
Este nuevo perfil profesional y otros aspectos fueron abordados en el primer encuentro iberoamericano de empleo juvenil (Iberoamerican Work Challenge Forum), impulsado por la Universidad de Navarra y otras 11 universidades de 8 países. Es necesaria la reflexión sobre este tema, puesto que hoy en día hay muchas empresas que buscan talento, pero las mejores quieren encontrar a buenas personas con talento. Ofrezco mi particular fórmula del éxito para que las empresas atraigan talento joven: Los jóvenes buscan empresas socialmente responsables y con misión trascendente. Se implican en proyectos cortos donde puedan explotar su innovación y creatividad. Para ellos el trabajo ya no es adónde uno va, sino lo que uno hace. Sí al mentor, no al jefe. Solo con una mirada apreciativa lograremos mover sus corazones y veremos valor en esta nueva forma de interactuar con el mundo.
Ya no buscan un trabajo para toda la vida. Viven la vida profesional como si estuvieran jugando a la videoconsola, pasando etapas cortas y muy intensas.