José Manuel Muñoz
Investigador en el Centro Internacional de Neurociencia y Ética
En una escena de la conocida película Minority Report, un marido entra en casa y encuentra a su esposa con otro hombre. Al descubrir el engaño, y pertrechado con unas tijeras, se dispone a matarla. Entonces, una unidad de “precrimen” de la policía, capaz de predecir los delitos violentos antes de que sucedan, irrumpe en el domicilio e impide el asesinato. Aunque en este caso se trata de ciencia ficción, desde hace años se promueve en diversos países el uso de técnicas neurocientíficas para intentar “leer la mente” y predecir la conducta violenta futura, en especial la reincidente. Así, por ejemplo, han proliferado estudios que, mediante resonancia magnética funcional (fMRI) y otras técnicas de imagen cerebral, correlacionan el grado de activación de ciertas regiones encefálicas, como la corteza cingulada anterior (CCA), con el riesgo de violencia.
La neuropredicción se relaciona íntimamente con el del libre albedrío.
Los partidarios de la llamada “neuropredicción” defienden que este tipo de hallazgos permite al sistema de justicia tomar medidas que impidan la reincidencia y, con ello, mejorar la seguridad ciudadana. Dichas medidas incluyen desde denegar la libertad condicional hasta, incluso, alargar penas por encima de lo establecido en sentencia judicial. Sin embargo, este tipo de interpretaciones se basa en visiones neuroesencialistas del comportamiento, que ignoran el decisivo papel del ambiente y las circunstancias específicas que rodean a un delito. Como bien nos recuerdan el conocido neurocientífico David Eagleman y su equipo, “las vidas son complejas, y el crimen es contextual”. El problema de la neuropredicción se relaciona íntimamente con el del libre albedrío. Aunque se trata de un concepto filosófico muy resbaladizo, existen dos grandes posturas al respecto cuando se trata de aplicarlo al ámbito penal. Una de ellas es la visión absoluta o retributiva de la pena, que busca asignar castigos proporcionales a la gravedad de los delitos cometidos y minusvalora los condicionantes biológicos que puedan subyacer.
Continuará…