Ricardo Fernández Gracia
Director de la Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro
La pintura presenta al santo apartado de la batalla, con el Crucifijo levantado y dirigido, lo mismo que su rostro, hacia el sol, suplicando e intentando pararlo con el gesto de la otra mano. La razón de todo ello habrá que buscarla en la comparación que algunos biógrafos y exégetas del siglo XVII hacen del santo, en aquel suceso, con el héroe bíblico Josué, al lograr este detener el sol.
El padre Francisco García, en su biografía publicada en 1685, narra aquella amenaza para los de Travancor, el asalto de los Badagas y refiere cómo Javier: “Habiendo cumplido el oficio de Moisés”, que era el de rezar, “quiso hacer el de Josué y salió armado de celo y de confianza a oponerse al enemigo”. El pasaje del sol detenido fue glosado en la numerosa hagiografía del santo y por poetas como Juan Antonio Escobar y Basurto Castellano.
Atributo de otros santos: El sol acompaña, por diversos motivos a las representaciones de otros santos, como Tomás de Aquino, Ignacio de Loyola, Vicente Ferrer, Nicolás de Tolentino o Francisco de Paula. En el primer caso, lo suele portar en su pecho colgando de una rica cadena, en señal de su iluminación a los hombres con su doctrina, verdad y sabiduría. El fundador de la Compañía lo suele enarbolar con una de sus manos, con la peculiaridad de que en su interior se encuentra el anagrama de Cristo: JHS (Iesus Homo Salvatoris), que se complementa con el libro de la regla, en el que figura el lema: AMDG (Ad Maiorem Dei Gloriam). El sol de San Ignacio solía ser de plata e incluso de filigrana del mismo metal, como el de la basílica del santo en Pamplona.
San Vicente Ferrer lleva el sol debido a la asociación de la Trinidad y la imagen del sol elaborada por el santo, lo que hace que, en ocasiones, presente tres soles.
San Vicente Ferrer lleva el sol debido a la asociación de la Trinidad y la imagen del sol elaborada por el santo, lo que hace que, en ocasiones, presente tres soles. En el caso de san Francisco de Paula, encierra el lema de su orden de los mínimos: CHARITAS. San Nicolás de Tolentino lo luce, en ocasiones, en sustitución de una estrella que le guiaba por las noches cuando iba a la iglesia.
En la apoteosis de la cultura simbólica: exequias y reyes solares: La presencia del sol en los emblemas pintados para las exequias fúnebres de los reyes, por encargo del ayuntamiento de la capital navarra, durante el Antiguo Régimen, ha sido estudiada por los profesores J. L. Molins y J. J. Azanza. Su presencia fue abundantísima, por razones obvias de su significado como astro rey del curso regular próvido y
benefactor.
En ocasiones, se utiliza en el momento de la puesta, otras veces aparece con otro sol más pequeño, en alusión al príncipe heredero, en claro contexto dinástico y sucesorio, sin que falten guiños a la caridad del monarca. De cuantas exequias organizó el ayuntamiento de Pamplona, en el siglo XVIII, fue en las de Felipe V, en 1746, cuando más apareció el sol en los emblemas, pintados en aquella ocasión por Juan de Lacalle.
En uno de ellos aparecía el sol ocultándose, copiando un ejemplo madrileño de los funerales de Felipe IV; en otro figuraba una calavera coronada con el sol, con inspiración similar y significado, es el del triunfo de la muerte del monarca sobre la muerte con su presencia en el cielo; en otro, encontramos un negro catafalco con la corona, escoltado a ambos lados por el sol eucarístico y la luna inmaculista; en otro, se figura el sol eclipsado; y en otro, encontramos al gran sol y otro más pequeño en un atardecer, mientras uno se oculta el otro sale, insistiendo en la sucesión monárquica. Todas aquellas composiciones llevaban su correspondiente lema en latín y su epigrama en castellano, con una breve explicación o glosa.
Continuará…