Por: Ricardo Fernández Gracia,
director de la Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro
A menudo escuchamos que el arte actual no tiene fronteras. Independientemente de los límites del arte actual y de que lo que de verdad hay en esa afirmación en un mundo global, de lo que vamos a reflexionar en estos párrafos es sobre el papel de las fronteras en el arte navarro de siglos pasados, tanto de la llegada de influencias exteriores como de las fronteras interiores. Influencias, referencias, confluencias, intercambios, difusión y encuentro, son conceptos que conviene aplicar en su justa medida al calibrar el papel de las fronteras, tanto en lo positivo como en lo negativo.
En muchas ocasiones, las novedades y los grandes proyectos llevaban consigo el nombre de un personaje que por su preparación, su bagaje intelectual o sus viajes, estaba en disposición de requerir para la obra que patrocinaba una determinada estética que había que importar, saltando fronteras. Buenos ejemplos son las obras patrocinadas, entre otros, por el obispo Barbazán, Carlos III el Noble, el obispo Zapata, o los hombres de la hora navarra del XVIII.
Los referentes hispanos y europeos en el arte medieval
Los siglos del Románico tuvieron un antes y un después con el auge de las peregrinaciones a Santiago. El arte románico en Navarra y sus manifestaciones están en perfecta sintonía con el hispano y con las influencias francesas del mismo, que también se hacen patentes aquí. Pensemos en la catedral románica de Pamplona dirigida por el maestro Esteban, maestro procedente de Compostela, y patrocinada por un antiguo monje de Conques, el obispo Pedro de Rodez.
Los grandes monasterios del Cister participaron en la organización arquitectónica de sus monasterios de todo aquello que los hijos de San Bernardo hicieron en la planta ideal que uniformizó sus conjuntos a lo largo de toda Europa.
Los siglos de la Baja Edad Media vieron triunfar los postulados de los cuatro períodos del Gótico (clásico, radiante, internacional y tardogótico) en edificios, esculturas y pinturas que eran reflejo de las grandes obras francesas y europeas del momento. Así, la colegiata de Roncesvalles es un trasunto de lo más destacado de la arquitectura de l´Ile de France (Sainte Chapelle), la puerta del Amparo del claustro pamplonés acaba de ser puesta en relación, por la profesora Fernández-Ladreda, con los modelos de la pintura italiana de comienzos del siglo XIV, si bien su ejecutor material debió ser un maestro del sur de Francia, y el sepulcro de Carlos III evidencia la influencia de la escultura borgoñona.