La Congregación para la Doctrina de la Fe ha hecho pública una carta explicativa del cambio de redacción en el número 2267 del Catecismo de la Iglesia Católica, referente a la pena de muerte.
Especialmente en las últimas décadas, la doctrina católica ha desarrollado y acrecentado la conciencia de la dignidad fundamental del hombre por ser creado a imagen de Dios (la dignidad humana no depende de la opinión ni de la decisión de algunos o de muchos); y, en consecuencia, el respeto que se debe a toda vida humana. Concretamente, san Juan Pablo II sostuvo en 1999 que, en esta renovada perspectiva, la pena de muerte equivale a negar la dignidad humana y además priva de la posibilidad de redención o enmienda; por eso es una pena “cruel e innecesaria”. En esta línea se pronuncia ahora el Magisterio; no estamos, por tanto, ante una ruptura.
El documento explica los tres argumentos fundamentales que emplea el Catecismo: 1) la dignidad humana fundamental “no se pierde ni siquiera después de haber cometido crímenes muy graves”; 2) las sanciones penales “deben estar orientadas ante todo a la rehabilitación y reinserción social del criminal”; 3) han mejorado los sistemas de detención y, por tanto, de defensa del bien común. Concluye ahora el Catecismo, respecto a la pena de muerte: “la Iglesia (…) se compromete con determinación a su abolición en todo el mundo”.