Mayka García Hípola,
Subdirectora del Máster Universitario en Arquitectura
En la nueva sociedad consumista en la que estamos inmersos, el paisaje es considerado un bien de consumo. Por este motivo es necesario formar a la ciudadanía (potenciales turistas) en una educación para que se haga un uso y disfrute correcto de este “producto”.
El pasado año la Unión Europea nombró al 2017, “Año Europeo de la Educación para Adultos” y la ONU instauró durante el mismo período el “Año Internacional del Turismo Sostenible”. Todo esto ha supuesto una buena oportunidad para que el sector del turismo pudiese ampliar su contribución a los tres aspectos fundamentales de la sostenibilidad: la economía, la sociedad y el medioambiente. El turista de hoy en día no tiene nada que ver con el de hace varios años atrás y para entender todo esto nos tenemos que remontar a los estudios de los grandes humanistas de la historia.
Petrarca, lírico y humanista, fue el primer viajero que apreció el paisaje. En el siglo XIV fue él el que realizó las primeras interpretaciones de las cualidades estéticas y visuales (belleza, venustas) frente a su tradicional cualidad económica (utilidad, utilitas) de los territorios que había visitado. En aquel tiempo el viajero consideraba más importante la belleza de estos territorios que su utilidad. Sin embargo, la situación cambió por completo con el desarrollo y el turismo de masas de las últimas décadas del siglo XX. Nos encontramos con que el turista ya no es un mero observador, sino que “explota” el paisaje que observa. En este punto, cabe hacer una reflexión: ¿Cómo se puede construir hoy en día la idea de la belleza relacionada con el paisaje en un equilibrio con la actual demanda turística?
Se podría pensar que la respuesta a la que nos referimos, únicamente, es apostar por una arquitectura sostenible, sin embargo, ¿es realmente esta arquitectura la que educa al turista? ¿Cómo le enseñamos a observarlo, y que de este modo lo valore como lo solían hacer algunos viajeros del siglo XIV? Hay posibilidades de actuar consiguiendo no solo una arquitectura sostenible, sino también que esta sostenibilidad esté presente en el paisajismo y en el urbanismo.
Gracias a la propuesta del Horizonte 2020, Programa Marco de Investigación e Innovación de la Unión Europea, actualmente tenemos la oportunidad de hallar nuevos caminos dentro de las líneas preferentes de retos sociales, mejora del bienestar y sostenibilidad. La protección y la actuación en el paisaje se enmarca también en las áreas de trabajo contempladas por el Convenio Europeo del Paisaje y en las líneas europeas de docencia, a través de la práctica del proyecto que promueve la EAAS (European Association of Architectural Schools).
Es necesario educar y concienciar a la sociedad en unas nuevas humanidades ambientales, que propongan estrategias para una empatía ecológica que fomente nuestra transición hacia sociedades más turísticas, pero también más sostenibles. Educar y concienciar a los futuros profesionales de la situación actual es parte de la misión de la universidad y para que sea viable, debe haber un diálogo que involucre a agentes como las empresas e instituciones relacionadas con el turismo, con el objetivo de conseguir cambios y beneficios reales.
Por otro lado, también es importante dotar a los arquitectos de las herramientas de gestión necesarias para poder llevar a cabo dichas estrategias. Al fin y al cabo, ellos serán los responsables de proponer y gestionar proyectos de actuación, enfocados a construir entornos más saludables y sostenibles, con un denominador común: proteger, regenerar, potenciar el paisaje y dejar una vía abierta para futuras propuestas o desarrollos turísticos.