Por: Germán López Espinosa y Antonio Moreno Herrera
El 31 de mayo, Vítor Constâncio cumplió su último día como Vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), cargo que ha ostentado durante los últimos ocho años.
Nada menos que treinta y cuatro años trabajando en bancos centrales y dieciocho años como miembro del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo avalan una de las mejores trayectorias profesionales de Europa.
Son muchos los retos a los que se ha tenido que enfrentar Constâncio como Vicepresidente del BCE, muchos de ellos durante la crisis de deuda soberana europea posterior a la gran recesión mundial de 2008.
En todos estos frentes, Constâncio ha demostrado su enorme talla como economista y europeísta convencido.
Nos detendremos brevemente en tres de las posiciones que ha defendido, junto al presidente y Comité Ejecutivo del BCE. En primer lugar, durante la crisis soberana de los países del sur de Europa, el mercado empezó a desconfiar seriamente de nuestra moneda única, el euro.
Estas dudas hicieron subir las primas de riesgo de la deuda soberana hasta cuotas insospechadas, dañando severamente las cuentas públicas nacionales y la competitividad de nuestras empresas, dados sus altos costes de financiación.
En un contexto en el que la misma continuidad del euro se puso en tela de juicio, y en el que los gobiernos nacionales se veían sin recursos para convencer a los mercados, el BCE comunicó su clara decisión de adquirir deuda pública de los países del área euro para aliviar las tensiones en los mercados.Esta declaración decidida fue el hecho desencadenante de la recuperación de la economía europea, que todavía disfrutamos hoy.
A partir de julio de 2012, los costes de financiación bajaron de modo convincente y los países europeos empezaron a reconocerse en el BCE. El euro salvó su primer matchball, y Mario Draghi y Vítor Constâncio tuvieron mucho que ver no solo en la decisión sino en el eficaz mensaje de que se haría todo lo necesario para salvar nuestro proyecto de moneda única.(Continuará)