Andrés Waissbluth
Director de la carrera de Cine UDD
La reciente controversia desatada por la inclusión del cantante Peso Pluma en el cartel del Festival de Viña del Mar va más allá de la mera discusión sobre posibles actos de censura. Este episodio arroja luz sobre la precaria situación de los medios públicos en Chile, destacando el caso de Televisión Nacional (TVN).
Se encuentra en una encrucijada singular, ya que se le exige autofinanciarse y competir por espectadores y rating, como cualquier canal privado. Al mismo tiempo, se le insta a desempeñar un papel de medio público, comprometido con una línea editorial que promueva una sociedad más saludable, justa y educada.
Esta dualidad resulta, en muchos casos, difícil, sino imposible de conciliar, especialmente dada la compleja realidad de la industria televisiva. Dada la relevancia cultural del Festival de Viña, es comprensible que TVN busque transmitir el evento. Sin embargo, las restricciones financieras del canal lo obligan a asociarse con canales privados como Canal 13 y Star+, formando una sociedad para licitar conjuntamente el evento.
Dada la relevancia cultural del Festival de Viña, es comprensible que TVN busque transmitir el evento.
El vínculo entre estas emisoras radica en el potencial de audiencia y, por ende, en la jugosa tajada publicitaria que pueden repartirse. En resumen, es un negocio. Para gestionar la producción artística del evento, se recurre a la productora Bizarro, elegida mediante licitación. Esta decisión, aunque eficaz en términos comerciales, implica la renuncia al control exclusivo sobre lo que se emite, convirtiéndose en una elección colectiva.
La polémica estalla meses después, cuando la productora experta invita a Peso Pluma, una estrella emergente a nivel mundial. La pérdida de control editorial y la presión por objetivos comerciales se convierten en el escenario ideal para la controversia. Esta historia sirve como espejo para reflexionar sobre cómo la exigencia de autofinanciamiento transforma a un canal público en un reflejo de los canales privados. Pedir que TVN retire a Peso Pluma de la programación, no solo sería un acto de censura ex post basado únicamente en letras y estética, sino también un acto de cinismo monumental.
Si los chilenos aspiran a una televisión pública de mayor calidad, libre de decisiones basadas en el rating y sin perder el control de su programación, es imperativo poner fin a la exigencia de autofinanciamiento que fuerza a TVN a comportarse como un canal privado, pero con restricciones adicionales.
En última instancia, para que TVN deje de ser un canal público “Peso Pluma”, es necesario liberarlo de las cadenas financieras que lo atan y permitirle competir con programación atractiva. Un canal público que emite producción de calidad, pero carece de atractivo y audiencia, es ineficaz, y eliminar la exigencia de autofinanciamiento podría ser el paso necesario para revitalizar la oferta televisiva pública en Chile.