Rodrigo Arellano Falcón
Director de Experiencia y Desarrollo Estudiantil
Este fenómeno se ha seguido repitiendo en todas las elecciones posteriores. La baja participación de los ciudadanos ha sido una constante en cada una de las elecciones posteriores. La inscripción automática en el censo electoral permitió aumentar la población con capacidad de votar. Si en 2008 el porcentaje con capacidad de votar e inscrito era casi del 70 por ciento, en 2012 alcanzaba al 100 por ciento. Pero la participación electoral se redujo a menos de la mitad. Si en las elecciones presidenciales de 1989 participó un 98 por ciento de la población con capacidad de votar (es decir, de la que se registró voluntariamente para hacerlo), en las consultas celebradas con posterioridad a la reforma de 2011 los participantes se han reducido de manera extraordinaria: han estado en torno al 45 por ciento en promedio.
Algunos legisladores han planteado la vuelta al voto obligatorio y a la inscripción voluntaria.
En la actualidad, y a las puertas de un nuevo ciclo electoral, algunos legisladores han planteado la vuelta al voto obligatorio y a la inscripción voluntaria. De hecho, el plebiscito de salida del proceso constituyente tiene contemplado voto obligatorio. La propia expresidenta Bachelet señaló que había cambiado su opinión con respecto a esta reforma: “Yo antes creía que era importante el voto voluntario, porque obligaba a las fuerzas políticas a tener estrategias atractivas para que a la gente le dieran ganas de ir a votar, y yo creía que a los chilenos les encantaba ir a votar, pero parece que era porque estábamos obligados a ir a votar”.
Parece, entonces, razonable analizar esta modificación, pero no ad portas de un proceso electoral, ya que toda discusión queda con un marcado sesgo y no con los análisis técnicos que corresponde a un cambio de esta envergadura. El desafió de la clase política, más allá de los ajustes legales, es lograr motivar no solo por medio de me sino que con un actuar coherente a las necesidades de los votantes. Los chilenos quieren acuerdos y avanzar en la solución de sus problemas reales. Esto no se resuelve con un cambio en las reglas electorales, sino con un cambio en la forma de hacer política. Este es el desafío que deberán interpretar los actores de este nuevo ciclo político.