María Elisa Molina Pavez
Facultad de Psicología
No obstante, las prácticas de evaluación son las que menos han avanzado y actualizado en los distintos niveles educativos. En educación superior, existe la tendencia a entender la evaluación como la medición de contenidos a modo de exámenes escritos, usando ítems de respuesta cerrada o resolución simple de problemas a través respuesta corta (un cálculo o una frase), rendidos de manera individual y sin posibilidad de corrección. La mayor parte de las evaluaciones son descontextualizadas y memorísticas, no se refieren al abordaje de problemas de la vida real ni a cómo aplicar lo aprendido en la asignatura para desempeñarse mejor en el mundo laboral.
En la cotidianeidad ¿nos piden definir algún concepto o enumerar las variables involucradas en una ecuación? No. Lo que probablemente hacemos en el trabajo es diagnosticar problemas, mostrar un criterio profesional, aplicar el conocimiento disciplinar en casos diversos y tomar decisiones fundamentadas. Sin duda para hacerlo recurrimos a lo aprendido a través de la memoria, pero no nos sirve recitarlo, sino comprenderlo, utilizarlo, criticarlo e investigar nuevos avances. Esto tampoco lo hacemos solos, trabajamos en equipo, revisamos fuentes bibliográficas y estudios relevantes.
Un aspecto característico es el trabajo en equipo.
La evaluación auténtica ofrece formas de valorar el aprendizaje que son equivalentes a los contextos profesionales en que los estudiantes tendrán que participar. Un aspecto característico es el trabajo en equipo, la interdisciplinariedad, la capacidad de innovación y la colaboración más que la competencia. Entonces, ¿por qué no construir metodologías de evaluación que rescaten la autenticidad del desempeño profesional? Desde esta perspectiva evaluativa la posibilidad de copiar y plagiar disminuye al máximo porque no hay respuestas únicas, sino que estas deben ser ajustadas al contexto del caso, siendo lo importante la justificación y fundamentación del abordaje de la pregunta o tarea en cuestión.
Considerando, entonces, esta doble moral nacional y su impacto en el compromiso ético de la sociedad, los académicos necesitamos reflexionar con nuestros estudiantes sobre estos temas y apelar al perfil de egreso