sábado , 23 noviembre 2024
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Se perdió el sentido del tacto… (II)

Valentina Galleguillos

Coordinadora de Admisión

El filósofo argentino Pablo Maurette, en su colección de ensayos El Sentido Olvidado, reflexiona sobre el sentido háptico (griego háptō (“tocar”, relativo al tacto) más que el sentido táctil, ya que incluye la exterocepción; es decir, el contacto de la piel o epidermis con las superficies exteriores, la interocepción que es la percepción del interior del cuerpo, la propiocepción, refiriéndose a la percepción del movimiento de las distintas partes del cuerpo y de la relación de unas con otras y, por último, de la cinestesia, refiriéndose a la capacidad de moverse y la percepción del movimiento. 

Ahora bien, si pensamos en el tacto y la distancia, la podemos relacionar con un dominio al cual llamamos la proxémica, que estudia la proximidad, la distancia que guardan las personas entre sí en distintas situaciones y en distintos tipos de relaciones generando códigos proxémicos como, por ejemplo, hay culturas que son más distantes en general; en cambio los latinoamericanos somos muchos más próximos entre sí. En el lenguaje proxémico hacemos referencias a las formas de comunicación no verbal relacionadas con la distancia y la ubicación de las personas dentro de un espacio específico, que ahora en estos tiempos se ha visto alterada enormemente con la pandemia mundial que estamos viviendo. ¿Cuándo podremos disfrutar de nuestro espacio íntimo, el espacio personal, luego el espacio social y por último el espacio público en compañía? La privación del afecto a partir del tacto podrá causarnos un trauma fuerte para las personas que están acostumbradas al contacto físico y que hoy, lamentablemente, por tema de cuarentena y distanciamiento, están separadas. 

La privación del afecto a partir del tacto podrá causarnos un trauma fuerte.

Por el contrario, el día que podamos aumentar la actividad con el tacto, el sistema nervioso se desacelerará; por lo tanto, bajará el ritmo cardíaco, la presión sanguínea y los niveles de estrés, aumentando así los niveles de oxitocina; es decir, volveremos a tener la hormona de la FELICIDAD.

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