Eugenio Guzmán Lavín
Profesor de la Facultad de Psicología
Por lo tanto, si bien la construcción y desmantelamiento dependen en gran medida del tiempo y recursos energéticos que cada individuo a distribuido a lo largo de su historia de vida, hay quienes asignan mayormente este tiempo en el desarrollo de la calidad o cantidad de las amistades, o en el peor de los casos, ambos se encuentran debilitados.
El problema surge (precisamente en pandemia) cuando la distribución del tiempo y recursos no dan abasto para mantener el equilibrio en las amistades, ya que la asignación no es la misma (o al menos no para todos) en estos tiempos.
Cuando se pierde el equilibrio, las amistades se desmoronan, esto quiere decir que la calidad del vínculo que tengamos con otros disminuye (el cual también puede extinguirse).
Además, la utilidad que podemos obtener de nuestras amistades varía de persona a persona, y por lo tanto, en pandemia, algunos pueden adaptarse de mejor manera.
La pandemia no solo nos está guiando en la reflexión de nuestros vínculos, sino que también nuestras experiencias pasadas, y hacia dónde queremos ir.
Por ejemplo, no es lo mismo el desarrollo y manutención de la calidad de las amistades virtuales (videoconferencias con los amigos) en alguien que las ha experimentado, en contraste con alguien que no lo ha hecho. En este caso, se esperaría que al menos a corto plazo, alguien con mayor experiencia pueda adaptarse de mejor manera.
Lo mismo puede ocurrir con quienes más queremos estar, ya que ver/estar con alguien significa priorizar ese vínculo, y no otros. Lógicamente, no significa que en pandemia esto será así para todos; ya que existen personas y realidades diferentes, en las que el medioambiente y adaptación a este cambiará.
Dentro de este contexto, no es lo mismo la situación de niños y niñas que entran al jardín, primero básico o primer año de educación superior, a alguien que está en kínder, cuarto básico o tercer año de educación superior.
La pandemia no solo nos está guiando en la reflexión de nuestros vínculos, sino que también nuestras experiencias pasadas, y hacía dónde queremos ir.
Es muy importante que reconsideremos que el tiempo y energía de cada individuo es limitado, por lo tanto: ¿Dónde queremos distribuir estos recursos en el corto y largo plazo?¿Cuál será nuestra prioridad? ¿Cantidad o calidad? Son preguntas que debemos comenzar a responder no solo a nivel individual, sino que a nivel de políticas públicas, donde como sociedad podamos entregar un espacio y/o facilitar el desarrollo de nuestras conexiones, y así, favorecer nuestra salud mental.