Gabriel Reyes M.
Profesor investigador Facultad de Psicología
Para nadie es sorpresa el clima de constante polarización en Chile. La reciente consulta constituyente, la reacción políticade los días siguientes, el contexto de estrés por la situación sanitaria, no han hecho más que acrecentado la polarización de los individuos. La investigación en ciencia cognitiva señala que detrás de una conducta radicalizada opera (además de una desmesurada exaltación del ánimo), una incapacidad para compatibilizar los argumentos propios con los de un tercero. Psicólogos habitualmente describen el pensamiento radicalizado como un signo de baja flexibilidad cognitiva; i.e., rigidez en el modo en que interpretamos y guiamos nuestro comportamiento.
Tal virtud del pensamiento es una forma de intelecto práctico.
La demanda por proceder de manera prudente en nuestras decisiones y conductas no es nueva. Aristóteles, en Ética a Nicómaco, subraya que el pensar virtuoso es aquel conducido con prudencia (phronesis), evitando caer en la desmesura (hubris); tal como supone la radicalización de nuestras posiciones. Tal virtud del pensamiento es una forma de intelecto práctico, un tipo de conciencia moral que nos permite decidir cómo y por qué actuar de manera sensata, tanto en lo que respecta a nuestra propia vida como con la de nuestros coetáneos. El debate público exhibe hoy por hoy (y en esto parece existir cierto consenso) una falta de phronesis, de prudencia, y un exceso de hubris, de desmesura.
Investigadores de UCL recientemente observaron que individuos con una posición política radicalizada, tanto desde una óptica liberal vs. conservadora, comparten un perfil neuro-psicológico. El estudio concluye en que un perfil radicalizado en política conlleva una baja capacidad metacognitiva; esto es, un déficit en identificar cuándo se incurre o no en un simple error.
En el Laboratorio de Ciencias Cognitivas de la UDD replicamos tales resultados; individuos que presentan creencias morales radicalizadas (independiente el tipo o tendencia política/moral asociada a la creencia), presentan un exceso (injustificado) de sobreconfianza en sus decisiones; baja capacidad para reconocer un error y escasa sensibilidad a considerar la opinión de otros. La polarización de nuestros días se asemeja a una grieta donde las voces en el debate público se concentran en los extremos de la abertura y en el centro, el silencio de los prudentes.