Pablo Fossa
Profesor Investigador, Facultad de Psicología
Al parecer, el dualismo moderno separó la mente del cuerpo, desacoplando la vivencia corporal de todas las otras dimensiones de la experiencia, obteniendo una visión desintegrada del ser humano. Recordemos que, para Platón, el cuerpo es “la cárcel del alma, y es el alma la que vive eternamente (en el mundo de las ideas), luego de la muerte del cuerpo físico”. La modernidad, como período histórico, cultural, económico e intelectual, terminó por separar cuerpo y mente, e impuso una comprensión mecanicista de la corporalidad. Hoy en día se valora la imagen corporal, en desmedro de una mayor conciencia corporal.
Las investigaciones han mostrado que el 90% de los gestos no verbales (movimientos corporales) ocurren durante el habla (McNeill, 1992). Esto es, nos movemos más mientras estamos hablando e interactuando con otros. Estudios muestran la expresión corporal que tienen diferentes procesos psicológicos durante la experiencia cotidiana. Por otro lado, investigaciones han mostrado la importancia del rostro en las interacciones humanas, específicamente, en la expresión de emociones. Estudios han demostrado la importancia de la corporalidad completa para comprender los estados mentales, emocionales y actos comunicativos del otro. En ese sentido, el cuerpo cumple un rol fundamental en el proceso de comprensión mutua.
La investigación ha logrado mostrar la existencia de una coordinación no verbal y vocal en interacciones de alta conexión afectiva.
Estudios recientes también han demostrado el rol de la coordinación y la sincronía en interacciones empáticas y no empáticas. Cuando logramos una conexión emocional en nuestros encuentros, los cuerpos se coordinan y sincronizan. En cambio, por el contrario, cuando aumentan los niveles de tensión y desacuerdo en una interacción, se ha demostrado que los movimientos de los cuerpos se desacoplan.
Es decir, la investigación ha logrado mostrar la existencia de una coordinación no verbal y vocal en interacciones de alta conexión afectiva como son, por ejemplo, las relaciones amorosas, las amistades significativas, la relación psicoterapéutica entre el terapeuta y el consultante, entre otras.
Si bien son indiscutibles las ventajas de poder mantenernos conectados mediante videollamadas, un importante riesgo que puede pasar fácilmente inadvertido es el de invisibilizar la riqueza y complejidad del otro.
Continuará…