En una reciente entrevista, los padres de lgnacio Tejeda, fallecido por un cáncer a los 17 años, explican sus motivaciones para
“recuperar los espermatozoides que congeló”, puesto que él deseaba cumplir con su deseo de “ser padre en el futuro ante el riesgo de quedar
infértil”.
Sin entrar en la intimidad de esta familia, que seguramente ha sufrido muchísimo, quisiera exponer algunos argumentos éticos respecto de utilizar gametos de personas ya
fallecidas.
En primer lugar, está el respeto a la autonomía de la persona que decidió congelar sus gametos para poder ser padre. Este deseo, así expresado, no debiese ser interpretado como el deseo de engendrar un hijo, sino de la posibilidad de constituirse en padre, lo que no se cumpliría cuando la fecundación ocurre posmórtem. Como principio general, las decisiones reproductivas debiesen ser plenamente autónomas. De no mediar una voluntad anticipada al respecto. Difícilmente se podría considerar que los padres tienen algún derecho respecto de los tejidos reproductivos de sus hijos fallecidos.
Difícilmente se podría considerar que los padres tienen algún derecho respecto de los tejidos reproductivos de sus hijos fallecidos.
En segundo lugar, se puede argumentar respecto del interés superior del futuro niño; es posible plantear si acaso la trayectoria vital de ese niño podría estar condicionada por el deseo de los abuelos de ver proyectado en él o ella la vida que se truncó
precozmente.
Finalmente, también está el hecho de tener que elegir a la donante de óvulo, según como estos padres puedan visualizar a la pareja que podría haber escogido su hijo, y luego a la portadora gestacional. Por todos estos argumentos, me parece que la clínica, custodia de este material, haría bien en no
entregarlo.