Harald Beyer
Rector Universidad Adolfo Ibáñez
El estudio mencionado muestra que la soledad en los colegios era más elevada mientras más estudiantes tenían acceso a un teléfono inteligente y mayor era el número de horas de uso de internet durante la semana. El estudio controló por otras variables que pudiesen afectar este resultado para evitar una relación espuria. Por cierto, este tipo de estudios no demuestra causalidad, pero es claro que la soledad de los escolares de 15 años aumentó con la penetración de ambos cambios tecnológicos.
Al mismo tiempo, los autores muestran que la soledad en el colegio está correlacionada con afecto negativo, afecto positivo (inversamente) y satisfacción con la vida (también inversamente). Estas realidades constituyen un llamado a la cautela, más cuando diversos estudios experimentales muestran resultados mixtos en aprendizajes de adopciones tecnológicas en la sala de clases.
Esta constatación no es incompatible con otros estudios que sugieren que la penetración de estas tecnologías no afecta la salud mental o el bienestar psicológico de las personas (por ejemplo, Vuorre y Przybylski, 2023), porque estos, en general, son representativos de toda la población y el impacto seguramente es heterogéneo en cada grupo demográfico. Además, suelen tener escasos controles de otras variables que pueden afectar estas
relaciones.
El desafío de los colegios y liceos en este contexto es enorme. Los desempeños educativos exhibidos por PISA muestran un estancamiento. Que entre 2018 y 2022 no hayan retrocedido, salvo en el quintil socioeconómico alto, podría interpretarse positivamente. Sin embargo, el contraste con la experiencia promedio de la OCDE, que registró un deterioro significativo, deja un sabor amargo. En efecto, Chile fue el país de esta organización que más clases perdió y, por tanto, la conclusión más probable es que una parte importante de colegios y liceos no está agregando mucho valor a sus estudiantes. Ahora si en el logro de aprendizajes emergen debilidades marcadas, cabe imaginar que ellas son mucho mayores a propósito del bienestar emocional de los jóvenes. Muchos colegios particulares pagados, como evidencia el debate que ha ocurrido en estas páginas, están tomando acciones en este ámbito. Posiblemente cometan errores en los inicios, pero más temprano que tarde van a lograr un equilibrio razonable entre control y uso de la tecnología. Ahora, la evolución de otros planteles es un misterio.
Los sistemas de apoyo a colegios y liceos subvencionados son débiles. La Agencia de Calidad de la Educación no ha sido suficientemente fortalecida para asegurar los apoyos en aprendizaje, menos en estas dimensiones emergentes. El Registro de Entidades de Asistencia Técnica Educativa no ha tenido el dinamismo y evaluación deseados y, por lo tanto, es difícil saber el apoyo efectivo que brindan a los distintos establecimientos educativos. Construir buenos sistemas de apoyo es un enorme desafío para el sistema escolar.