Arturo Arriagada
Director de Investigación Escuela de Comunicaciones y Periodismo
Esta tecnología permite una intermediación de alta eficiencia para los consumidores, ejerciendo niveles de control sobre los conductores que los empleadores tradicionales no tienen. Las bajas barreras de entrada que Uber y otras empresas ofrecen han permitido que casi 180 mil personas en el país presten servicios de transporte, ya sea como actividad principal o secundaria.
Así como Uber, son varias las apps o plataformas digitales que se están convirtiendo en fuente de ingresos para –aproximadamente– un 2.3 por ciento de la fuerza laboral en Chile, según los datos experimentales que ha publicado el Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
En su campaña para incidir en el reglamento del Ministerio de Transportes, Uber despliega estrategias ya conocidas en otros países, apuntando a la pérdida de ingresos para quienes prestan servicios y escasez de oferta de transporte para las personas.
La importancia de visibilizar los desafíos que el trabajo de plataformas plantea a las personas.
Provee datos y organiza seminarios para que instituciones imparciales como las universidades analicen el impacto de estas indicaciones en su negocio. Despliega una campaña publicitaria en las calles, en los medios y en las redes sociales difundiendo sus mensajes. Se organiza con otras empresas como Pedidos Ya, Rappi y Cabify y arman una asociación liderada por la exdiputada Marcela Sabat para influir en los procesos regulatorios.
La importancia de visibilizar los desafíos que el trabajo de plataformas plantea a las personas, los mercados laborales y marcos regulatorios, se inserta en una conversación más amplia sobre el proceso creciente de desestandarización de las relaciones laborales, un proceso que pone en tensión toda la infraestructura del Estado de bienestar.
La gestión algorítmica y la organización del trabajo a través de estos dispositivos tecnológicos se está expandiendo a distintos mercados y servicios públicos, lo que va a transformar de manera radical las dinámicas laborales y la manera que tenemos de organizar y gestionar los derechos y garantías sociales.
Es urgente tratar estos temas como sociedad integrando el conocimiento y la voz de distintos actores (empresas, reguladores, trabajadores, academia), porque no se sabe cómo lograr un equilibrio en estos nuevos mercados otorgando flexibilidad laboral a las miles de personas que participan en ellos, de forma justa, no precaria.