Ilse Capona
Académica Facultad de Artes Liberales
La comprensión lectora es fundamental en la educación y en la vida cotidiana. Desarrollar y mejorar esta capacidad es esencial para el éxito académico y profesional, así como para la participación efectiva en la sociedad.
Recientes estudios declaran bajos índices de lectura en Chile. Aunque se acceda a diversos tipos de textos de manera impresa y digital como literatura, noticias en RR.SS., información en Google, correos electrónicos, mensajes de WhatsApp, libros electrónicos, ello no basta. El problema radica además en un bajo nivel de comprensión.
Según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), una de cada dos personas en Chile no comprende lo que lee. Los resultados del segundo Estudio de Competencias básicas de la Población Adulta realizado por el Centro Microdatos de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, publicados el año recién pasado, revelaron que entre un 80 y un 84 por ciento de los chilenos no comprende adecuadamente lo que lee.
Un 65 por ciento de los profesionales chilenos solo entiende textos simples y un 27 por ciento no llega a un nivel básico de comprensión lectora.
Un 65 por ciento de los profesionales chilenos solo entiende textos simples y un 27 por ciento no llega a un nivel básico de comprensión lectora. Problema latente en nuestro país hace muchos años y que, pese a todos los esfuerzos, sigue arrojando niveles deplorables. Preocupación latente normalizada y hasta ahora irreversible. Leer y comprender constituyen diferentes aspectos en el proceso de interacción con un texto.
Leer solamente implica reconocer y decodificar símbolos escritos. La comprensión lectora es un objetivo clave en la educación desde los primeros años, ya que no solo supone la capacidad de decodificar, sino que la facultad de entender y aplicar conceptos, desarrollar pensamiento crítico y participar de manera significativa en la sociedad.
Los bajos índices de comprensión implican una serie de efectos negativos: limitaciones en el desarrollo profesional (incapacidad de enfrentar obstáculos en el avance profesional y en la adaptación a trabajos que requieren de habilidades analíticas y de lectura avanzadas); barreras en la participación cívica (dificultad para entender documentos legales, participar en procesos democráticos, tomar decisiones informadas); desigualdades educativas y sociales asociadas a inequidades sociales y económicas.
Ello constituye desventajas frente a quienes poseen habilidades de lectura avanzadas. Las disparidades se perpetúan. También, aparecen limitaciones en el desarrollo personal (expansión del conocimiento y capacidad de empatía que afectan el crecimiento personal y la capacidad para relacionarse). Lo anterior genera un impacto en la autoestima y motivación conducente a la pérdida de interés en el aprendizaje y participación académica.
En síntesis, la comprensión lectora es fundamental en la educación y en la vida cotidiana. Desarrollar y mejorar esta capacidad es esencial para el éxito académico y profesional, así como para la participación efectiva en la sociedad.
Promover su importancia en todos los niveles es crucial en los establecimientos educativos, en el hogar, en bibliotecas y centros culturales. Es hora de implementar medidas efectivas y enfrentar este problema de raíz.