Josephine Cruzat
Investigadora BrainLat
Un mayor conocimiento en este campo puede ayudarnos a desarrollar estrategias más efectivas de prevención y tratamiento del alzhéimer, y mejorar la calidad de vida de aquellos que han experimentado traumas en la infancia.
En los últimos años, se ha prestado una creciente atención a la relación entre las experiencias adversas en la infancia (ACE, por sus siglas en inglés) y la salud a lo largo de la vida. Las ACE engloban situaciones de trauma o estrés que ocurren antes de los 18 años, como el abuso físico, emocional y sexual, el abandono, la negligencia y la exposición a situaciones de estrés familiar.
Estas experiencias traumáticas han demostrado tener efectos duraderos en la salud y el bienestar de las personas.
Un área de investigación emergente ha explorado la conexión entre las ACE y la enfermedad de Alzheimer (EA), la forma más común de demencia. La EA es una enfermedad neurodegenerativa que afecta a millones de personas en todo el mundo, y encontrar formas de prevenirla o retrasar su aparición es de suma importancia. Numerosos estudios han revelado una relación significativa entre las ACE y un mayor riesgo de desarrollar EA en la edad adulta.
La EA es una enfermedad neurodegenerativa que afecta a millones de personas.
La evidencia sugiere que las ACE pueden afectar la salud cerebral y contribuir a los cambios neurobiológicos asociados con la EA. Por ejemplo, se ha observado que las personas que han experimentado ACE presentan reducciones en el volumen de ciertas áreas cerebrales, como el hipocampo y la corteza prefrontal, que desempeñan roles cruciales en la memoria, el aprendizaje, la toma de decisiones y la regulación emocional.
Además, se ha visto que las ACE pueden afectar la plasticidad cerebral, que es la capacidad del cerebro para adaptarse y cambiar a lo largo del tiempo. Estas alteraciones en la plasticidad cerebral se reflejan en cambios en los sistemas de respuesta y regulación del estrés, lo que aumenta la vulnerabilidad al deterioro cognitivo y la desregulación emocional, y contribuye al desarrollo de trastornos neuropsiquiátricos como la ansiedad y la depresión, así como a enfermedades como la EA.
Un análisis sistemático reciente examinó varios estudios sobre la asociación entre las ACE y el riesgo de EA y respaldó la relación entre ambos. Aunque el número de estudios es limitado, todos ellos mostraron que las personas que experimentaron ACE tenían un mayor riesgo de desarrollar EA en comparación con aquellos que no tuvieron experiencias adversas en la infancia.
Continuará…