El Estadio Nacional sigue transformando la historia de Guatemala.
La construcción del Estadio Revolución, hoy llamado Doroteo Guamuch Flores, marcó un hecho importante en la economía de nuestro país, pues transformó la vida social e incentivó a la practica del deporte desde que fue inaugurado, el 23 de febrero de 1950. El imponente recinto deportivo ha sido testigo de grandes momentos en la historia de nuestro país y ha reunido a distintas generaciones durante 7 décadas, sobreviviendo a catástrofes como el terremoto de 1976.
Sin duda es un testigo mudo de miles de anécdotas desde el inicio de su construcción, el 20 de agosto de 1947, pues para empezar los trabajos se tuvo que desalojar a por lo menos 100 familias que radicaban en La Barranquilla, barranco situado entre la 7ª y 12ª avenidas de la zona 5 capitalina, mismas que fueron reubicadas en la actual zona 5.
En un documental producido por Juan Zanassi, en 2001, el historiador Celso Lara (Q.E.P.D.), asegura que de 1944 a 1950 Guatemala experimentaba una serie de cambios. El deporte comenzó a tener una nueva perspectiva, aunque no competitiva, sino con el fin de desarrollar el cuerpo y el alma.
Un nuevo futuro
“El presidente Juan José Arévalo era un pedagogo y puso en práctica las escuelas tipo federación y los elementos democráticos, así que puso el deporte como un elementos para el desarrollo”, expresa el historiador.
“La construcción de la Ciudad Olímpica transformó la vida social de Guatemala. Una nueva vía para el futuro. Significó la historia del futuro para nuestro país”, remarca Lara en el documental.
El estadio Revolución, al igual que la Ciudad Olímpica, fue un proyecto impulsado por el presidente Arévalo y que tuvo el sello del ingeniero Juan de Dios Aguilar, con motivo de albergar la cuarta edición de los Juegos Centroamericanos y del Caribe.
Aguilar, quien era entonces el director de Obras Públicas, presentó el proyecto y días más tarde fue nombrado Superintendente de la misma. Fue una construcción que marcó un gran precedente, pues incluyó un colector de aguas negras que pasa por debajo del estadio el cual inicia en la 7ma. avenida y finaliza en la 12 avenida.
El proyecto del presidente Arévalo, además del Estadio Nacional, también contempló la edificación del Palacio de los Deportes, piscina olímpica, canchas de tenis, gimnasio olímpico, teatro al aire libre (actualmente el gimnasio de bádminton) y los respectivo parqueos.
De esa cuenta fue necesaria la expropiación de varios terrenos que sumaron 23 mil 237 metros cuadrados, según se relata en el libro Ciudad de Guatemala Ayer y Hoy, publicado por Telgua, en 2005.
En la construcción de la Ciudad Olímpica se necesitaron 90 mil sacos de cemento y 929 toneladas de hierro. El costo total de la obra fue de 4 millones 700 mil quetzales, mientras que solo el estadio fue de 1 millón 500 mil quetzales.
Gran fiesta
Uno de los testigos vivientes de la inauguración del Estadio Revolución es Oswaldo Johnston, de 89 años, quien fue seleccionado de lucha y disfrutó en carne propia la fiesta que dio paso a una nueva era en el deporte nacional, con los Juegos Centroamericanos y del Caribe.
“El comité organizador hizo un trabajo excelente a la par del Comité Olímpico Guatemalteco, que antes se llamaba Comité Nacional Olímpico. La primera medida fue traer un buen número de entrenadores extranjeros capacitados, como el estadounidense William Pat Shaw, de lucha”, recuerda Johnston. Guatemala terminó los Juegos con 59 medallas: 9 de oro, 25 de plata y 25 de bronce. Entre ellas destacó el oro de Doroteo Guamuch Flores (Mateo Flores), en el medio maratón. Durante estos 70 años se han jugado cientos de partidos, al igual que campeonatos nacionales de atletismo. Entre los torneos que destacan están los Juegos C.A. y del Caribe de 1950, los Juegos Deportivo Centroamericanos de 2001, Copa de Naciones de la Uncaf en 1997 y 2005, además de partidos de futbol de eliminatorias mundialistas.