Somos es el disco debut de la cantautora indígena guatemalteca Sara Curruchich. Contiene 13 canciones y, si lo encerramos en una etiqueta, es un álbum pop, pero no para taparlo y olvidarlo. Posee una complejidad sonora, que encuentra cohesión y sinergia que para nada es disonante.
El título del material no sugiere ninguna conformidad o indulgente resignación. Es una invitación a liberar sentidos y alma, para provocar un despertar idílico en una Guatemala tan diluida en su coyuntura tozuda y enervante.
Al desmenuzar la producción hallamos en su música un optimismo muy bien combinado y cocinado con muchos instrumentos. En cuanto a sus letras, hay una búsqueda de Sara por encontrar su voz como mujer indígena, la relación entre ella, la cosmovisión y la naturaleza, y por último, el vínculo con sus antepasados.
Somos comienza su repertorio con su canción homónima. Sus primeras frases son en cachiquel y, aunque entendamos poco o nada, a Sara las palabras se le deshacen en la boca. Es esa textura que, si bien está en un idioma ajeno logra conectarnos por genética.
En Ixoqi’ hace un dúo con Amparo Sánchez, vocalista de Amparanoia, en una letra en cachiquel y español. Sara encaja el idioma en el compás y tiempo de un tema que está pensado para cantarse en español. Aquí hay oficio. Quiero es un anhelo de comerse el mundo. El ritmo coquetea entre el reggae, y la marimba se deja seducir. La amalgama de instrumentos, idiomas, coros y ritmos es vigorizante.
Estoy aquí es Sara enseñándonos su origen como mujer maya: “Estoy aquí donde se siembra flor y maíz, donde se cuentan historias en el güipil”. Matyox K’aslem es una fiesta de agradecimiento a toda la cosmovisión maya y sus accidentes geográficos, que fluyen entre todos los seres vivos.
Una historia romántica de infancia esNiña. La voz de Sara se desliza por todos los compases de una canción engrasada por una ternura conmovedora. Abriendo la voz es la comunión entre el poder maya y la naturaleza como caja de resonancia. Todo dentro de un ritmo ska y una marimba que pasea “como Juan por su casa”.
Corazón de Flores habla de la conexión que se siente con la naturaleza y, en sí, los seres vivos; y que como tal hay que defenderlos. Tukurtiene un aire de misterio ancestral en el que habitan voces del pasado y rastros de amores rotos. Su ambiente natural es otro ingrediente sugestivo y sensorial que envuelve. Encanta por ese hechizo vocal y su sonoridad ambiental.
Hija de la Tierra es una canción de ritmo rápido, vertiginoso y enfadado que camina entre los dos idiomas y hace honor a los que fallecieron por el conflicto armado. “El ejemplo que dejaron tus pasos/ siempre será la semilla de nuestra historia”. Duele y la voz de Sara tiembla.
Ave es una balada a un encuentro accidental que resultó afortunado. Amigo va más o menos por la misma temática y la amistad es la columna vertebral. Resistir es, lamentablemente, la última. Es un llamado intenso a la esperanza. “Que no se apague nuestra voz” es el mantra que nos queda.
El disco nos deja en desosiego, ya que por los tiempos que corren es difícil poner cara optimista. La voz de Curruchich es potente y Somos es la primera onda expansiva.