viernes , 22 noviembre 2024
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Downsizing no es comedia y es sorprendente

Es más que probable que para cuando se publiquen estas palabras, la película Downsizing ya no esté en cartelera. Es una pena porque la historia es de aquellas que solo se disfrutan en el cine. Por guión e imagen.

Entré a la sala buscando una comedia y salí con un drama. Hay algunas bromas ocasionales, pero el contenido me dejó pensando toda la noche. Ahora que busco información acerca de la historia, me entero que Alexander Payne es el director/escritor detrás de la historia, y eso explica todo.

Si ya viste Nebraska, The Descendants y Sideways sabrás que los trabajos de este realizador son dramas con atisbos muy breves de comedia. El error fue vender la historia como una comedia cuando es un drama que, en esta ocasión, nos recuerda que el problema del planeta no es el dinero y lo que hacemos o no con él. El semilla de todos los males siempre será el humano.

Downsizing nos lleva a conocer un mundo en el que la reducción de organismos vivos es posible. De medir 1.78 m, con esta técnica, yo pasaría a medir 12 cm. Asimismo, los motivos que tendría para hacerlo son dos: el aparente “salvar al planeta por la sobrepoblación y agotar menos recursos en busca de un futuro más limpio” y el real (o el que motiva más a todos): vivir como rey en un mundo miniatura. En esta nueva realidad, el tipo de cambio permitiría que Q120 mil se conviertan en Q12 millones. Es por eso que Paul Safranek (Matt Damon), un clase media de pocos recursos, decide miniaturizarce.

¿Por qué reduje mi tamaño? Para que yo pueda estar aquí ahora mismo. Finalmente tengo la oportunidad de hacer algo que importe”, Paul Safranek (Matt Damon).

En este minimundo, Damon es acompañado de personajes maravillosos que le dan solidez a la historia: manifiestos, actitudes, acentos, lo tienen todo. Poco a poco salen a la pantalla Christoph Waltz (Dusan Mirkovic) y su camarada Udo Kier (Konrad), un deleite de cinismo; Kristen Wiig (Audrey Safranek), la esposa que cambia los planes en el último segundo; y las palmas que pertenece a la actriz Hong Chau. Su papel como Ngoc Lan Tran, nos regala a una mujer titánica. Casi le queda corta la película a tremenda alma.

Pero la trampa que hace genial la historia es enterarnos que aún en este mundo miniatura, el género humanos es egoísta. Es una radiografía del comportamiento humano, cautiva ver cómo se ignoran los problemas sociales y más aún, cómo en ese mundo diminuto, hay alguien sin tener nada, está dispuesto a ayudar en medio de la miseria. Esa es la lección que Paul Safranek aprenderá. El problema no es la ausencia de dinero, es el egoísmo humano.

 

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