Por: Gabriel Arana
Hay realizadores que tienen detractores y seguidores a partes iguales y Terrence Malik es uno. A Malik o se le ama o se le desprecia. De mi parte, puedo hablar de: The Thin Red Line (1998), The Tree of Life (2011) y Knight of Cups (2015); las tres son fascinantes.
Desde mi perspectiva, este director es un poeta. Uno de los de verdad. Como fan del cine encuentro en su obra historias que no son convencionales ni lineales, en las que el gran protagonista es el silencio. Son trabajos intimistas, los personajes van del remordimiento a la redención y de regreso, frente a nosotros.
El cine de Malik nos convierte en fisgones de la intimidad de sus personajes. Como no son películas con presentación, nudo y desenlace pueden llegar a confundir. Al observar su trabajo te podés preguntar ¿Cuál es la historia? Pero más que eso, lo que te invito a que te cuestionés es ¿qué pensé y sentí al ver esta película? Puede ser confusión, pero también asombro (¿quizá identificación?).
La más reciente, Knight of Cups, tiene atisbos existencialistas en los que vemos cómo Christian Bale, aún con el mundo a sus pies se pregunta: “¿de qué se trata vivir, los recuerdos y los anhelos?” Pero, solo eso. Así en la obra de Malick el espectador puede entender que en cierto punto, todos coincidimos en dudas. Esa condición habita sus cintas.
Entretanto el personaje principal vive por inercia, vemos la magnificencia del mundo. Esos paisajes reales, celestiales o terrestres, esos que están ahí, los que alguien disfruta en este momento mientras nosotros trabajamos.
Claro, eso no es solo obra y gracia de Malick, también lo es de la cinematografía de Emmanuel Lubezki (por algo ya tiene tres Óscar). La dupla Malick-Lubezki es más que embriagante, si lo que te mueve son escenas largas y bastas, si te agradanv los descampados, si eso de ver cómo ocurre la vida allá en la lontananza es lo tuyo, entonces te gustará el cine de Malick.
Otra clave para acercarse a Malick es saber que en sus trabajos habita la poesía visual. Mezcla recuerdos, pensamientos y sueños que no necesariamente están ordenados. Quizá, por ello, no sea tan digerible su trabajo, mas deslumbrante sí que lo es.
Decepción fílmica: Zoolander No. 2. Antes de que me lancen sus piedras por obvio, sepan que comparo esta película con la primera. Dentro del subgénero de comedia al que pertenece, esperaba unas cuantas ocurrencias, pero ni eso logró. La vida de Derek no debe continuar.