En los inicios de la historia del cómic, muchas casas editoriales estaban interesadas en participar en el lucrativo campo de la historieta, pero carecían de un estudio propio. El alto costo de armar uno los hacía titubear, pues había que invertir en oficinas y personal creativo (escritores, editores, artistas) sin la menor garantía de que la empresa fuera a ser un éxito.
Aquí es donde entran los “estudios de empaquetado” de cómic. Desde la década de los 1930 a los 1950, varias empresas ofrecieron el servicio de producir cómics por encargo. Así, los empresarios únicamente tenían que decir como querían la historieta y estos estudios se hacían cargo del resto. Los guiones, el arte y la edición, todo era parte del “paquete”.
Los “empaquetadores” más notables fueron Harry “A” Chesler; el duo de Will Eisner y Jerry Iger; y Lloyd Jacquet, quien fundó el estudio Funnies, Inc. Estos estudios tenían un complejo sistema de producción en serie donde cada página pasaba por varios artistas desde el boceto inicial a la pieza terminada. Los arreglos financieros dentro de los estudios eran variados: los artistas de Funnies, Inc. trabajaban de forma independiente, mientras que Eisner e Iger preferían que su personal recibiera un salario. Cientos de artistas se iniciaron con estos estudios; entre ellos, Jack Kirby y Joe Kubert. Con el paso del tiempo, todos estos negocios experimentaron una fuerte rotación de personal, pues artistas y escritores se mudaban con frecuencia entre los diferentes estudios y editoriales.
Los editores solían trabajar con un estudio de empaquetado por una de varias razones
Los editores solían trabajar con un estudio de empaquetado por una de varias razones. Algunos, como Timely con Funnies, Inc. y Fiction House con Eisner e Iger, utilizaron un estudio para probar el mercado del cómic sin tener que contratar a su propio personal. Solo después de ver el éxito a través del estudio, desarrollaron capacidades de producción internas. Otras editoriales, como Fawcett, comenzaron con personal interno e incorporaron estudios de empaquetado a medida que se expandían. Finalmente, los editores podrían encontrarse trabajando con un estudio construido alrededor de un artista popular como Joe Shuster. Joe Simon y Jack Kirby crearon estudios temporales de asistentes para realizar proyectos propios en al menos dos ocasiones.
A medida que la industria del cómic decayó, a mediados de la década de 1950, también lo hicieron los estudios. Sin una demanda constante de las empresas establecidas, ni nuevas empresas que generaran nuevos proyectos, el modelo de negocio de los estudios ya no encajaba.
A pesar de haber sido cruciales para el auge del cómic, el último de los estudios de empaquetado originales cerró sus puertas a principios de la década de 1960.