sábado , 23 noviembre 2024
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TIEMPOS DIFÍCILES

La industria de la historieta norteamericana ha tenido numerosos altibajos a lo largo de su historia. Desde la caída del mercado de compra directa de cómics, a mediados de los años 90, el cómic había venido a menos, como parte del colapso progresivo de revistas y periódicos impresos, a consecuencia del auge de los medios electrónicos. 

Tan grave estuvo la situación que, de no haber sido adquiridas por conglomerados multimedios, es probable que Marvel y DC Comics, las dos editoriales de cómics más grandes de EE. UU., ya habrían desaparecido. Pero a partir de 2009 la industria experimentó una recuperación gradual, llegando a mover no menos de US $1 mil millones al año. Y entonces, llegó el coronavirus. 

Con la crisis actual se ha puesto en relieve toda una serie de problemas endémicos de la industria del cómic, problemas que las editoriales se habían dado el lujo de ignorar, por la bonanza, pero que ahora tendrán que atender. 

Uno de estos problemas es la sobreoferta de cómics. Mientras que otras editoriales han limitado su producción, Marvel Comics publicaba aproximadamente 12 títulos distintos cada semana, para un total de 50 al mes. Aun en la mejor de las economías, esto producía una gran cantidad de ejemplares sin comprar, cosa que perjudicaba a las tiendas de cómics, que no podían devolver el material no vendido, y se veían obligados a comerse la pérdida.

Además, Marvel tenía una política llamada “inundar los anaqueles”, la cual obligaba a los empresarios a adquirir una gran cantidad de ejemplares de ciertos títulos específicos que querían promocionar, como Captain Marvel, Ms. Marvel, Squirrel Girl y America. Lamentablemente, estos no eran del gusto del público, y frecuentemente tenían ventas muy bajas antes de ser cancelados, dejando a los tenderos con producto que no podían mover.  Considerando que más de la mitad de los ingresos anuales de la industria venía de las tiendas de cómic, este nocivo proceder de Marvel no tenía sentido. 

Ahora, prácticamente todas las tiendas de cómics están cerradas por la cuarentena, y nadie sabe cuándo podrán volver, si es que vuelven. Diamond, la abastecedora de cómic más grande de EE. UU., suspendió labores, lo cual quiere decir que el inventario no puede moverse. La cosa es grave. 

Conscientes del peligro que corren, algunas editoriales empezaron ofrecer su apoyo a las tiendas de cómics para sacarlas adelante. Pero el problema no es de ahora, ni se puede resolver con beneficencia. A menos que se haga una reestructuración profunda de la industria, el porvenir pinta muy oscuro.

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