Como la próxima semana es Navidad y esta es la última columna del año, aprovecho para mencionar una de las historias navideñas más disparatadas publicadas por DC Comics. Todo aconteció en la antología DCU Infinite Holiday Special, publicada en 2006. Esta reunió varias aventuras protagonizadas por algunos de los más notorios personajes de esa casa editorial, como Superchica, Batwoman, Shazam, Linterna Verde y Flash, elaboradas por autores como Greg Rucka, Joe Kelly, John Byrne, Keith Champagne e Ian Boothby, entre muchos otros.
Indiscutiblemente la joya de la corona es una historia titulada Sí, Tyrone, sí existe Santa Claus, escrita por Kelly Puckett e ilustrada por Pete Woods. Todo se inicia cuando un niño llamado Tyrone manda una carta a Diario El Planeta, preguntando si existe Santa Claus. La misiva es cándida y capta la atención del editor, Perry White, quien reúne a sus colaboradores principales para que la tomen y la conviertan en una nota periodística.
White comisiona a Clark Kent la elaboración de un editorial “sabio, divertido y enternecedor”, mientras que al joven reportero Jimmy Olsen queda encargado de recabar toda la información de fondo posible acerca de Tyrone. Olsen se voltea hacia Kent y discretamente le insinúa: “Yo creo que este es un trabajo para…” Kent le guiña el ojo.
Olsen se refiere, por supuesto, a la identidad secreta de Kent, Superman. La siguiente escena nos lleva a la Fortaleza de la Soledad, donde el héroe se da a la tarea de empacar varios regalos, fabricar un trineo y crear un traje navideño para sí, con una enorme letra S en el pecho.
Cuando todo está listo, Super Santa emprende el vuelo y se dirige a la casa de Tyrone con el trineo a cuestas. Pero, antes de llegar, es interceptado por un viejo conocido: Batman, el hombre murciélago.
A diferencia de Kent y Olsen, a Batman no le parece una buena idea privar al mundo de los poderes de Superman sólo para ayudar a un niño a conservar la magia navideña por un año más. “¿Qué pasaría si hubiera una calamidad? ¿A quién podría acudir la gente?” Con este y otros argumentos, Superman queda convencido de lo caprichoso de su plan y se retira.
Cuando iba a medio camino de vuelta, el héroe decide que nada le cuesta, al menos, pasarle dejando sus obsequios a Tyrone. Pero al llegar a la casa del niño, se encuentra a toda la familia ro-
deando a Santa y agradeciéndole su generosidad. Pero no es Santa, ¡es Batman vestido de rojo con una barba postiza, robándose toda la gloria! Superman queda atónito, hasta que BatiSanta le guiña el ojo. Y así es como tenemos uno de los finales más memorables de un cómic navideño: Superman noqueando a Batman.
¡Felices Fiestas!
