sábado , 23 noviembre 2024
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MALDICIENDO CON DIBUJOS

Cuando empezaron a publicarse las tiras cómicas en los periódicos, los creadores se toparon con el problema de presentar ciertos temas de una forma que fuera aceptable para un público familiar. La ira era un asunto especialmente complicado, ante la imposibilidad de incluir epítetos malsonantes, por lo que buscaron alternativas creativas.

Uno de los más antiguos ejemplos de estas soluciones se puede encontrar en la tira The Katzenjammer Kids (1897), publicada por el New York Journal. Su autor, Rudolph Dirks, inmigrante alemán y talentoso ilustrador, introdujo globos de texto con símbolos diversos, presentando vulgaridades de forma implícita. El recurso cobró popularidad, y otros artistas empezaron a utilizarlo en sus tiras. Al poco tiempo, el dibujante Gene Carr  también mostró un panel con maldiciones simbólicas en Lady Bountiful (1902), la primera tira cómica con una protagonista femenina.

Como no existía una combinación establecida, esta variaba con cada artista, y cada uno ampliaba el repertorio al introducir símbolos de su propia cosecha. Los primeros eran mayormente tipográficos: arrobas, numerales y signos de exclamación e interrogación, pero pronto comenzaron a aparecer estrellas, espirales, círculos, y todo tipo de formas.

En 1964, el artista Mort Walker, autor de Beto el Recluta (1950), escribió un artículo satírico acerca de este tipo de símbolos para la revista de la National Cartoonists Society. Este fue tan bien recibido que lo motivó a redactar todo un libro al respecto, el cual se llamó The Lexicon of Comicana (1980). En su obra se establece que los símbolos utilizados para representar lenguaje obsceno se llaman “maladicta”,  y se dividen en varias categorías: jarns (espirales), quimps (planetas o astros), nittles (asteriscos o estrellas) y grawlixes (garabatos ininteligibles).

Aunque Walker acuñó el término “grawlixes” para definir algo muy específico, actualmente se usa para referirse a todos los símbolos que representan lenguaje obsceno. En su obra, Walker estableció toda una taxonomía muy detallada acerca de cada uno de los símbolos empleados en los cómics de la época. Si bien el tono del libro es humorístico, es considerado uno de los volúmenes más relevantes de análisis del lenguaje del cómic.

En la actualidad, los artistas cuentan con muchas opciones para presentar contenido ofensivo a un público sensible. Pero los grawlixes siguen en uso, pues les permiten a los lectores crear los vocablos más malsonantes que puedan imaginar.

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