Desde sus inicios, el mundo del cómic se ha poblado por ilustradores muy talentosos. Han impulsado el medio a nuevas alturas, pero muy pocos lo han hecho a los niveles del genial Winsor McCay (1867-1934).
Desde muy temprana edad, fue un dibujante talentoso, veloz y diestro. A los 11 años hizo un dibujo del hundimiento de un barco en un pizarrón, que resultó tan impresionante que su maestra hizo que fuera fotografiado, y su ilustración apareció en tarjetas postales.
Dejó su natal Michigan y se mudó a Chicago para estudiar arte, pero no pudo costearse sus estudios. Trabajó un tiempo como aprendiz de impresor, pero luego se mudó a Cincinnati, donde empezó a trabajar en el periódico Cincinnati Commercial Tribune como ilustrador de tiempo completo. Allí aprendió a dibujar con pluma y demostró maestría en su uso de la perspectiva y achurado.
Años después se pasó al Cincinnati Enquirer, como director del Departamento de Arte. El artista comenzó a utilizar el grosor en sus líneas, para indicar profundidad, y a desarrollar un estilo de dibujo inspirado en el Art Nouveau. Ya para entonces McCay era todo un hombre de familia, con esposa y dos hijos.
En 1903 empezó su primera tira de cómic, A Tale of the Jungle Imps by Felix
Fiddle. Luego, McCay trabajó haciendo varias tiras para distintos periódicos, siendo la primera que realmente ganó popularidad Dream of the Rarebit Fiend (1904), que fue impresa en el Evening Telegram.
Esta tira presentaba a diversos personajes experimentando fantásticos sueños, premisa que revisitaría en la que sería una de sus creaciones más famosas: Little Nemo (1905). Publicada en el New York Herald, es considerada su obra maestra por sus experimentos con la forma de la página de cómics, su uso de color, su ritmo, la forma de los paneles, la perspectiva, su empleo de arquitectura, y muchos otros detalles. El personaje de Nemo se basó en Robert McCay, hijo del autor. Little Nemo fue un gran éxito, y fue adaptada al teatro, al cine y a la ópera. También movió mucha mercadería, haciendo mundialmente famoso a su autor.
Entre 1911 y 1921 se volcó al cine y creó 10 películas animadas, de las cuales la más famosa es Gertie the Dinosaur (1914). Todas sus cintas fueron costeadas por el propio McCay, quien, además, hizo todos los dibujos.
Esta fase de exuberancia creativa se vio disminuida cuando su jefe, el poderoso William Randolph Hearst, obligó al artista a abandonar la tira y las películas para concentrarse únicamente en elaborar ilustraciones editoriales para su periódico, el New York American. A pesar de esto, su trabajo inspiró (y sigue inspirando) a creadores de la talla de Walt Disney, Robert Crumb, Art Spiegelman y Federico Fellini.