El Día de Muertos, y toda la temática de Halloween, me hizo recordar que en un conversatorio de narrativa nos preguntaron a los participantes si conocíamos escritores que hicieran relatos de terror o ciencia ficción. Los demás dijeron que no, y yo solo he oído de dos que se inclinan por ese género.
Sin duda alguna en Guatemala existe gente a la que le gusta leer y crear historias que despierten horror, pero no son de los más conocidos. Si partimos de que la literatura es una tradición, quizá la mayoría nos inclinamos por aquella realista, o hasta hiper realista, que descubra y denuncie lo que ocurre a nuestro alrededor.
En ese conversatorio también se dijo que a lo mejor en nuestras sociedades llenas de problemas y dramas cotidianos, el material para inspirarse y escribir, incluso con un tono de miedo, está en la cotidianidad. Hay historias reales que, como dice el viejo dicho, superan a la ficción. Fantasmas, zombis, monstruos e invasores de otros mundos parecen inofensivos ante ciertos personajes de la vida real.
El género de terror u horror se considera “menor”, aunque grandes escritores como Edgar Allan Poe y Horacio Quiroga lo cultivaron. En Latinoamérica muchos experimentaron con lo que se conoce como literatura fantástica, como Gabriel García Márquez y Julio Cortázar, pero no era estrictamente parte de esta forma de escribir que, básicamente, busca dar miedo.
Hay quienes escriben relatos que te perturban y no te dejan dormir por las noches. Puede que vendan millones de libros, pero estos carecen de valor literario y no pasarán a los anales de la historia. Una gran excepción es Stephen King, quien tiene títulos alabados por la crítica y que persisten en el tiempo.
Con una carrera de no menos de 40 años y decenas de libros, King no solo nos ha hecho tener miedo, también ha retratado y criticado a la sociedad en la que le ha tocado vivir. Otro mérito es que ha conseguido que multitudes lean.
Muchos dicen que deberían darle el premio Nobel, aunque tenga en contra ser un creador de best sellers y que sus historias sean de terror (llevadas muchas veces a la pantalla). Los puristas rechazan la idea, pero son los mismos que no esperaban que se lo otorgaran a Bob Dylan.
Sin duda, este debate está apenas empezando, no dudo que en los años venideros veremos esfuerzos por vindicar el género de terror y ciencia ficción, que ha ido evolucionando y perfeccionándose.