Escribimos por muchas razones. Todos los días lo hacemos para comunicarnos en nuestra vida diaria y en el trabajo. También con fines estéticos y producimos literatura.
Hay en los diarios, bitácoras y blogs, otro tipo de escritura. Una que nos ayuda a hacer catarsis, a dar nuestra opinión acerca de lo que ocurre y nos rodea. Puede ser casi como un diálogo interno, una diatriba que sale porque tiene que salir. A veces descubrimos que esas palabras que vomitamos les suenan familiares a otros que, curiosamente, sienten algo parecido.
Con dos de mis amigas más queridas y creativas, Carla Natareno y Andrea Taracena, tenemos un chat que nos sirve para sentir que no estamos solas en este caos, que es el mundo en el que vivimos.
El chat se llamaba El cuchubal del vino, pero luego migró a La Comunidad del anillo (hay un albur incluido que no puedo aclarar aquí, ejem). Nuestras inquietudes, a pesar de nuestras diferencias, resumen de muchas maneras las de las mujeres guatemaltecas citadinas.
Algo en lo que coincidimos casi siempre es en la imposibilidad de ser el tipo de mujer que se espera de nosotras. Un ser multidimensional (esposa, madre, trabajadora, amiga, amante, ciudadana, entre otros roles), que además tiene que complacer ciertos criterios de una sociedad todavía bastante conservadora.
Se tiene que ser muy activa y productiva, pero a la vez, muy dócil y dulce, bien arreglada y pendiente de los demás. Concluimos que es un mal negocio, por donde se le mire. Muchas exigencias y pocas retribuciones porque, encima, ser mujer es peligroso en nuestra sociedad.
Llegamos a la conclusión que somos insuficientes, reprobadas en muchas materias que se les requieren a las que tenemos un útero. Y que eso nos encanta.
Ser insuficiente denota que no nos interesa complacer a todos, es más, solo a nosotras mismas. Y todas esas críticas que nos llueven son música para nuestros perforados y tatuados oídos.
Así es que decidimos fundar el blog Las insuficientes, que pronto empezará a dar vueltas por ahí. Daremos esos alaridos que para nosotras son tan necesarios. Yo estaba acostumbrada a hacer mis desahogos en solitario en mi blog personal, En la mitad de la vida (jessicamasaya.blogspot.com), por lo que será una novedad ahora hacerlo al “alimón”.
Por cierto, el nombre Las insuficientes viene de una banda de rock de chicas que alguna vez Carla quiso fundar. Quién sabe, tal vez ahora sí surge. Cuidado Pussy Riots.