Las sociedades, o por lo menos las poblaciones que tienen acceso a Internet, han cambiado la forma en que se comunican gracias a la tecnología. Esto incluye la manera en que leen y escriben.
Ahora podemos hacer muchas cosas al mismo tiempo, pero no una actividad tan personal y absorbente como leer un libro. Esto tiene una explicación.
Toda la información que necesitamos está a un clic, incluso en la palma de nuestra mano. Aun las personas que nacimos y crecimos sin toda esa tecnología hemos ido cediendo a esta forma de entretenerse e informarse, pero que es la más natural para los “nativos” de este nuevo mundo.
Esto ha provocado ansiedad entre quienes se dedican a la comunicación tradicional, como los escritores. Alguien que ha hablado acerca del tema es el escritor y periodista argentino Hernán Casciari, conocido por unir literatura y weblog, destacando la blogonovela.
En un simposio sobre el libro electrónico, Casciari afirmó que debemos reflexionar acerca de la manera en que se han transformado la lectura y la escritura como experiencias.
Hemos logrado llegar a manejar grandes cantidades de “mensajes de texto, tuits, noticias en tiempo real, chats y sugerencias de contenido”. Todo esto reclama atención y produce ansiedad ante la dificultad para filtrar y seleccionar, y por tanto, concentrarse. Nos vamos volviendo hiperactivos y faltos de atención.
Pero no todo es malo en este nuevo panorama, pues esto “requiere de nuevas habilidades para conectar una cosa con la otra y tomar decisiones rápidas, pero sólidas”. Se están desarrollando competencias para lograr manejar una lectura dispersa, social y conectada. Estamos al día porque leemos cosas resumidas de manera rápida, además de ver memes, videos y gifs que transmiten mensajes en segundos.
¿Dónde queda la literatura en esta forma de vida? El escritor argentino Ricardo Piglia dijo que el futuro de los textos literarios depende de la posibilidad de mantener las capacidades inmersivas de las personas. Para él no importa el soporte, puede ser un libro digital o uno de papel.
La literatura requiere de una lectura profunda e inmersiva. Se recomienda entonces, buscar los momentos propicios del día para leer de manera relajada y personal, sin prisa. Se trata de una relación más estrecha, que no está basada en la instantaneidad.
Lo bueno es que cuando un libro te atrapa, este mundo loco se detiene y te pierdes en sus páginas.