viernes , 22 noviembre 2024
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Esto no es un corazón de vidrio

Creo que el poder ser testigo y estar vivo, para relatar los acontecimientos de una época, es un privilegio. No sé ustedes pero, ¿ya meditaron sobre lo que le podrán contar a sus nietos de la “época de la pandemia” que les tocó vivir? Claro está, si es que tuvieron la suerte de sobrevivir para contarla. Algo así me parece que sucede con algunos momentos importantes de la música. Por ejemplo, el testimonio recopilado en el libro New York Rocker, de Gary Valentine, integrante fundador de la mítica banda de punk rock y new wave Blondie, liderada por una de las mujeres más sexys de la década de 1980, Debbie Harry. 

En 1970, el sueño hippie de los 1960, afortunadamente, estaba muerto: la banda sonora de la revolución musical se había convertido en una industria multimillonaria. El glitter en toda su inmensidad intentó salvar el alma de la música, pero era demasiado comercial para ser vanguardista. Luego, en 1974, llegó un movimiento al rescate. Tres acordes, jeans negros, camisetas con las mangas cortadas, un par de tonos y mucha actitud, hicieron música que coincidía con los hechos que sucedían en el East Village de Nueva York, a mediados de esa década. Los iniciadores del punk americano, Richard Hell, Tom Verlaine y Patti Smith, tenían un pie en la poesía simbolista francesa del siglo XIX, de la mano de Rimbaud, y el otro en el sonido crudo de sus predecesores, como Velvet Underground. 

Este relato de primera mano pertenece a una era llena de luminarias como Lou Reed, Iggy Pop, David Bowie, Divine, Devo y los New York Dolls. New York Rocker nos habla de esos conciertos en el legendario CBGB y sus anécdotas. 

Lo que comenzó como una mezcla única de genialidad afilada, llegó a convertirse en un frenesí anárquico invadido por la decadencia de una ciudad como Nueva York, junto a la Blank Generation que poco a poco se hundía en el exceso. 

Estas memorias, totalmente accesibles en su lectura, nos relatan también la historia personal de Gary Valentine y su llegada a Nueva York de adolescente. Asimismo, cómo, poco a poco, se fue topando con estas personas, las mismas que crearon todo este romanticismo alrededor de un momento que, a mi parecer, es clave para entender la música contemporánea. 

Yo solo puedo seguir fantaseando sobre esos momentos que, a pesar de los años de diferencia y la lejanía geográfica, continúan vigentes en mi vida y en lo que, posteriormente, serían mis gustos y afinidades musicales. Sé que Blondie es una banda que va más allá de su mega éxito Heart Of Glass. Pero debo aceptar que, si tuviera una máquina del tiempo, a la que solo tuviera que echarle monedas de Q1, cual rocola, y me diera el chance de viajar a ese momento, me armaría de todo el valor para llegar frente a Debbie Harry, con mis mejores pasos de baile planeados, y decirle “Would you like to dance?”. 

A lo que ella probablemente me respondería: “Once I had a love and it was a gas, soon turned out had a heart of glass”.

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