Sin lugar a dudas, uno de los autores de referencia para el público joven guatemalteco es Virgilio Rodríguez Macal. Un escritor que a muchos nos acompañó, de la mano de sus animales, a colonizar en nuestras mentes la magia de la selva y la cercanía que tenemos con otras especies.
Justo en el año que se cumpliría el 102 aniversario del nacimiento, y el 54 del fallecimiento, de nuestro compatriota, editorial Piedra Santa lanzó el libro Cuatro cuentos diferentes.
Recordemos que Rodríguez Macal es poseedor importantes obras como La mansión del pájaro serpiente, El mundo del misterio verde y Carazamba, entre otros. En sus textos, sus personajes van desde animales salvajes, que ya en las historias no lo son tanto, hasta la misma selva, como personaje que maravilla al ser humano y prácticamente es su aliada.
La selva ha sido un tema recurrente en la literatura. Si recordamos a los escritores del romanticismo decimonónico, la selva era una inspiración y un motivo para crear. Nuestro compatriota José Batres Montúfar, por ejemplo, escribió un hermoso poema al volcán de Agua y otro al río San Juan, ubicado entre Nicaragua y Costa Rica.
Autores de principios de siglo mostraron una selva peligrosa, en la que podías morir por la mordida de una serpiente o de un león americano, como lo relató Horacio Quiroga en sus maravillosos textos. Otro ejemplo claro es el del escritor y expresidente venezolano Rómulo Gallegos, quien en Doña Bárbara plantea una lucha entre la civilización y la barbarie, utilizando este último concepto como el de salvaje o naturaleza.
En el caso de Virgilio, su selva es la posibilidad de vida, mientras que la ciudad es la de la enajenación. En estos cuatro relatos se observa otra vez la vida pacífica de los animales y lo convulso que se convierte cuando el ser humano se entromete, como lo plasma La del rincón de las esmeraldas.
En otro de los cuentos nos muestra el significado de la soledad, en una ciudad en la que a pesar de haber muchas personas, el mundo parece frío y completamente solitario. El relato Suerte de perro, el único que tiene la urbe como tema central, presenta a un mendigo que vive en un parque y sobrevive a expensas de la caridad. Un can lo acompaña, pero extrañamente desaparece todas las noches. El hombre lo sigue y se encuentra con la sorpresa de que hasta el animal puede tener mucha mejor suerte que él.
Otro de los relatos de esta antología es La voz de la montaña, en el que el canto del pájaro tiene la representación de libertad, mientras que la imitación que puede hacer, tiene como metáfora la enajenación que significa, en muchas ocasiones, el desarrollo.
Yalú, cuento lacandón se llama otro de los textos, en el que se plantea parte de la cosmovisión lacandona y el respeto que se le puede tener a la naturaleza mediante los propios mitos. La muerte y la resurrección parecieran ser dos temas que predominan.
Hay que celebrar esta publicación, pues le da vida a la voz de Virgilio y nos devuelve el deseo por seguir teniendo una selva viva y no robótica, deforestada, desolada.