Hace unos días, el poeta Francisco Morales Santos, uno de los intelectuales más importantes que ha parido este país, estuvo bastante delicado de salud. A partir de ello, una serie de escritores (anónimos) se dispusieron a crear un pequeño fondo de ayuda.
Sin embargo, la salud del poeta empeoró y se buscó ayuda de distintas partes, entre ellas de altas autoridades de los ministerios de Cultura y Deportes y Salud, las cuales apoyaron incondicionalmente. Tras un trajín de un lado para otro, finalmente pudo ser atendido y está en recuperación.
Morales Santos ganó el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias en 1998. Su trabajo poético es el más reconocido de toda su producción. Sus versos han sido traducidos a diversos idiomas, como quiché, q’anjobal, francés, inglés, portugués, italiano y ruso. También varios de sus textos han sido recogidos en antologías y estudios publicados en América Central, México, España, Brasil, Argentina, Francia, Inglaterra, Ecuador y Colombia.
Vale resaltar que es uno de los escritores de literatura infantil más representativos de Centroamérica. Uno de sus libros más destacados es Ajonjolí, que, contrariamente a lo que ocurre en este, su país, en Costa Rica es una lectura obligatoria.
Otra parte importante de Morales Santos es que ha sido estudioso, antologador y editor. Comencemos por lo primero, pues sus publicaciones monográficas de diferentes autores son fundamentales para la historiografía nacional. Por otro lado, es el responsable de antologías de poesía guatemaltecas, como la famosa Los nombres que nos nombran que, sin amiguismo y subjetividad, elaboró durante muchos años, y hoy es de referencia obligada.
También está su trabajo como editor a cargo de la Editorial Cultura, del Ministerio de Cultura y Deportes. Es imposible mencionar la cantidad de títulos que ha editado, pero sí puedo expresar que Morales Santos le ha abierto la puerta a muchos escritores, desde los que nunca habían publicado, pasando por los reconocidos, y llegando hasta los clásicos. Es una labor que, con su equipo, desarrolla de manera titánica y sin ningún sesgo.
Morales Santos es admirable. Por eso, hay que leerlo y, en este caso, apoyarlo, porque intelectuales como él en Guatemala son contados con los dedos de la mano.