Podría haber alguien que, en su sano juicio, pudiera pensar que el Congreso de la República –el mismo Congreso que no ha permitido que se forme causa en contra del Presidente de la República como consecuencia de los antejuicios promovidos en su contra– pudiera declarar que se encuentra incapacitado para el ejercicio del cargo? ¿Podría alguien –en su sano juicio– pensar que los votos que no pudieron obtenerse para que se declarasen con lugar tales antejuicios podrían obtenerse para que se declarase su incapacidad física o mental y sustituirle? ¡ Por favor!
Parecería todo esto como que si no se tratase de algo más que de una broma de mal gusto si no fuera porque más parecería que se trata de un nuevo distractor para que sigamos perdiendo el tiempo en necedades en tanto que otros países se esfuerzan por salir adelante y lo consiguen. Un nuevo distractor para que sigamos concentrando nuestra atención en inconducentes absurdos y que no se la prestemos a la discusión y solución de problemas nacionales ni al proceso electoral que se avecina, falta de interés que favorece –necesariamente– a los que no tienen nada que decir, ni proponer: el camino que parecería interesar para que siga el elector votando a ciegas.
Esta nueva necedad –la de la incapacidad mental del Presidente– parecería de la misma índole que la de la acusación mediática en su contra por supuestos abusos de autoridad que habrían conducido al sometimiento de jóvenes mujeres, con tal de conservar sus empleos, para la satisfacción de apetitos sexuales del funcionario, haciendo uso, para lograrlo, de cocciones intimidatorias sustentadas en su alta investidura y su poder. Sin existir denuncia alguna de mujer alguna se dio la clac mediática a dar consistencia (consistencia mediática) a la inconsistente acusación y, así, sin fundamento alguno, fueron abiertos de par en par los titulares de prensa para servirla e, incluso ¡increíble, pero cierto! hasta las páginas editoriales de algunos medios de comunicación social. El agua derramada, lamentablemente, aunque ingratamente derramada, ya no se recoge. No satisfechos con la discusión promovida en torno a la CICIG y con las absurdas imputaciones en contra de empresarios (la aportación de dinero limpio no constituye delito) y del Presidente (no existe obligación de registrar lo no recibido) –ya escasos los réditos de este escándalo– se promovió el escándalo de los supuestos abusos perpetrados en contra de empleadas públicas (no existe ninguna denuncia al respecto de empleada alguna , sino tan solo el promovido escándalo mediático) y –cuando tampoco esto llegó a dar los réditos queridos, se sale con el de la incapacidad mental del Presidente y de su posible desaforo. Perdidos en las necedades, distraídos por las necedades –la clac mediática haciendo su trabajo– nos abstenemos de abordar los problemas nacionales y de resolverlos, la desnutrición, la migración por necesidades de seguridad y subsistencia, la enfermedad y la ignorancia, lacerantes. Perdidos en las necedades, distraída nuestra atención –distraída maliciosamente– con las citadas necedades, nos encontramos a las puertas de un nuevo proceso electoral y –distraídos como estamos– volveremos a lo mismo. ¿Sabe usted quién es su diputado? Y si no sabe usted ni tan siquiera, quién es su diputado, qué influencia podría tener usted en el Congreso y, así, igual que usted, todos los otros electores? Sin embargo, por el ruido de las necedades y de los distractores, no puso usted su atención en lo que importa y tenemos a las puertas un proceso electoral que se seguirá rigiendo por las mismas normas el artículo 157 de la Constitución Política intacto y, en consecuencia, intacta la forma de elegir a los diputados que integran el Congreso, intacto el listado nacional de diputados, intactos los listados distritales, intactos los distritos inmensos, intacto el monopolio de los partidos políticos (tan solo en manos de los partidos la postulación de candidatos para integrar el Congreso). Las elecciones de 2019 se celebrarán como todas las otras y volverá a ocurrir exactamente lo mismo: centrada nuestra atención en los distractores (CICIG, no CICIG; depredador sexual, no depredador; se aportó y recibió dinero lícito y no se registró, incapaz o cuerdo) no le prestamos atención a lo que importaba (fuimos distraídos maliciosamente) y, así, nos quedamos en las mismas.
Un Congreso integrado por diputados electos de la misma forma en que se eligieron los actuales –USTED SEGUIRA SIN SABER QUIÉN ES SU DIPUTADO– tendrá en sus manos el presupuesto del Estado, la formulación de las leyes y la toma de las grandes decisiones nacionales. ¿Y los guatemaltecos? Bien gracias, perdidos en las maliciosas necedades y calculados distractores.
Tendremos que asumir las elecciones de 2019 sometidos al mismo sistema y, si no tomamos cartas en el asunto, lo mismo ocurrirá en 2023 y seguirá ocurriendo siempre: las cosas no cambiarán por sí solas y menos si seguimos perdidos entre necedades y distractores. Las próximas elecciones deberían ocupar nuestra atención y, especialmente, porque habrán de desarrollarse con el actual sistema lo que obliga a que –con nuestro esfuerzo, a pesar de ese pésimo sistema– tratemos de conseguir mejores resultados.
Nos hacemos daño –muchísimo daño– y no nos damos cuenta. Nos mal exhibimos, y no nos damos cuenta. Si tan malo el Presidente, ¿cómo, entonces, seríamos los otros? ¿No nos damos cuenta de que al descalificar a quien nosotros elegimos, nosotros mismos nos descalificamos? ¿No nos damos cuenta de que fuimos maliciosamente distraídos?