sábado , 23 noviembre 2024
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Una carta sumamente desafortunada (II)

Desde agosto del año pasado (2017), se ha dado un largo proceso en el que se señaló al Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas la necesidadde evaluación y auditoría sobre la labor de la CICIG –Comisión que entre los dos, la ONU y nuestro Gobierno, establecimos– así como del profesional que la dirige, omisión –la de efectuarlas– que ha llevado a la situación actual de controversia, que debe resolverse de conformidad con el artículo 12 del tratado celebrado, que establece: Exclusivamente por las partes en el mismo, la ONU y el Gobierno, artículo que ha logrado activar nuestra diplomacia no complaciente, atenida a nuestros propios intereses. El Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas –dentro del plazo requerido por nuestra ministra de Relaciones Exteriores dio respuesta a la carta enviada y expresó que ratificaba en su posición al Comisionado actual PERO, TAMBIÉN, que este se desempeñaría desde Nueva York –no en Guatemala– considerando la situación de hecho existente (situación de hecho, esta acotación es mía, que solamente podrá superarse, de conformidad con el artículo 12, mediante negociación directa entre las partes u otra forma que mutuamente convinieren) y que sus funciones, en Guatemala, serían desarrolladas por un Subcomisionado –figura no contemplada en el tratado– que el propio Comisionado designe. A esta primera reacción del Secretario General se sumó la carta dirigida por este al Presidente de la República, reconociendo la existencia de una controversia y que esta debe ser resuelta de conformidad con el artículo 12 ¡Cómo debe ser!.

Vale la pena, a veces, una colorada y no mil descoloridas, lenguaje claro y terminante y –evaluando por resultados– el resultado está a la vista; el artículo 12, finalmente activado también por la ONU; en tres palabras; bilateralmente ya activado. No es malo recordar la frase del Martin Fierro: “desunidos los de dentro, les devoran los de fuera”. Algunos de los graves errores conceptuales en que han incurrido la Comisión y el profesional que la dirige, son los siguientes, cualquiera de ellos razón más que suficiente para que el Secretario General de la Organización recapacite y precipite la pertinente negociación haciendo la designación que a la luz de estos errores se impone, errores que me imagino que tampoco han tomado en cuenta los exfuncionarios firmantes de la carta. PRIMER ERROR CONCEPTUAL, absolutamente inaceptable y que, además viola el tratado: Que la Comisión haya expresado por personero suyo –en audiencia oficial– que esta se encuentra un poco por encima de la Constitución de la República; jamás corregido el error por quien la dirige, siendo el caso que sobre la Constitución Política de la República de Guatemala no hay nada, ni ley, ni tratado ni acto de autoridad alguno. La violación perpetrada es clara y terminante, porque el tratado manda que la Comisión se desenvuelva de conformidad con nuestras leyes. SEGUNDO ERROR CONCEPTUAL, al igual que el otro, también absolutamente inaceptable: Que el propio profesional que dirige la Comisión haya expresado que el ser humano se va haciendo menos inocente conforme avanzan las investigaciones y el proceso penal, afirmación que viola la Constitución Política de la República, puesto que esta establece no solo una presunción de inocencia sino que el ser humano es inocente en tanto que no exista una sentencia ejecutoriada que le haya condenado. TERCER ERROR CONCEPTUAL, perpetrado constantemente por la Comisión y por el profesional que la dirige, tanto en el ejercicio de sus funciones como en sus apariciones públicas –error culminado últimamente, cuando en la recepción de un premio que le otorgara una ONG estadounidense– consideró como la voluntad del pueblo de Guatemala, las expresiones de grupos diversos, cuando la voluntad de este se expresa y define únicamente en elecciones, apreciación que también constituye violación constitucional, puesto que por mandato constitucional expreso, ninguna persona o grupo puede arrogarse la representación del pueblo, representación que solamente corresponde, por su elección, a nuestras autoridades legítimas. TODOS los demás errores parten de los tres errores conceptuales citados y, así, el uso mediático de la acusación penal, “aplaudida por grupos” (no por el pueblo) , el abuso de la prisión preventiva –por encima de lo dispuesto por nuestras leyes– para dar la apariencia de una eficiencia que no existe, como que si con la prisión preventiva se hubiera logrado la condena; el uso de las condenas mediáticas; el uso de esa misma presión mediática sobre los jueces; el ejercicio de petición en materia política, que solo nos corresponde a los guatemaltecos; el abuso del colaborador eficaz como institución y la falta de seguimiento de lo declarado en cuanto a sus superiores, transnacionales incluidas, instrumentalizada la Comisión, consciente o inconscientemente, para luchas comerciales, descrédito y competencia desleal. Incluidos la falta de persecución de conformidad con nuestras leyes y, en consecuencia, la NO búsqueda del comiso para que todos los instrumentos del delito –caso TCQ, por ejemplo, coima e inversiones para culminarlo– pasen a poder del Estado; el abuso del secreto de las actuaciones y de los testigos como anticipación de prueba, que nos llevan de regreso al sistema inquisitivo, escrito y secreto; el “testigo”, con el vicio adicional, de “testigo interesado”, otra vez la prueba reina, los jueces, en vez juzgar personas, juzgando papeles. Inmersa en el furor mediático, viendo delitos donde no los hay, infracciones administrativas que no lo constituyen, aporte de dinero limpio en campañas electorales y no obligación de registro alguno de lo que NO se haya recibido, el narcotráfico y la defraudación del patrimonio del Estado, tan campantes. Capturas innecesariamente escandalosas, cables internacionales que llaman a engaño y desprestigian, y riesgo de demandas internacionales por falta de persecución –comiso– o por ineficiencia en la misma. Tolerancia por el incumplimiento de los plazos, retraso culpable o malicioso; concentración provocada de la atención pública en perjuicio de temas cruciales, como la reforma del artículo 157 de la Constitución. No menos grave la politización sufrida por la Comisión, por ingenuidad o en contubernio, instrumentalizada por quienes, con sus propias agendas, persiguen fines distintos a los suyos; acceso al poder sin elecciones o con elecciones, a su modo. Gravísima, la no persecución de los asesinatos de líderes campesinos y el no esclarecimiento de su parte si involucrados en estos grupos o aparatos clandestinos de seguridad, la persecución de estos grupos, su desarticulación y castigo, la razón de ser original de la Comisión establecida –y si no participación de estos–, la promoción de la persecución debida por nuestras instituciones ordinarias. La vida del ser humano, una vez más, sin importancia alguna. ¿Aciertos de la Comisión? Sin lugar a dudas y, precisamente, si se hubieran hecho evaluación y auditoría, hubieran podido reforzarse los aciertos y corregido los errores. A los exfuncionarios, un respetuoso emplazamiento; ¿Avalan ustedes los errores conceptuales? ¿El primero? ¿El segundo? ¿El tercero? ¿Avalan ustedes, todos los demás errores, derivados? Emplazamiento este que nos viene bien a todos, incluidos el Secretario General, el Secretariado, la Comisión y el profesional a su cargo que –la posibilidad de un esfuerzo renovado y de su intento en otros países– depende de su éxito, del fortalecimiento de aciertos y de la supresión de errores, algo bien merecido para nuestros contribuyentes y los contribuyentes de los donantes. ¿Tan difícil comprenderlo? Aunque bien sabido es que soy funcionario público, Embajador de Guatemala y Representante Permanente de Guatemala en los ámbitos que se me han encomendado, lo recuerdo para que ningún lector se llame a equívoco sobre este extremo, así como que cuanto escribo en mis columnas del Diario de Centro América, el decano, y en mi blog, tal y como lo hice en El Periódico por más de diez años y anteriormente en Prensa Libre, Nuestro Diario, Diario El Gráfico, La Tarde y el Imparcial, lo hago a título estrictamente personal, lo que también comparto para evitar cualquier equívoco, ocasión propicia para compartir además que, si en algún momento, como lo he hecho siempre, tuviese algún tropiezo por parte del editor para expresar exactamente lo que pienso (así me he permitido prevenirlo siempre) dejaría de escribirla. Errado o no, se encontrará en mis columnas mi criterio y –en cuanto a hechos– con la buena fe más absoluta, mi total sujeción a los mismos, favorezcan o no mis tesis. Amén.

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