sábado , 23 noviembre 2024
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Una columna errada

Rodolfo Neutze, en su columna de El Periódico, publicada el martes, nos dice que la culpabilidad solo termina con la muerte, refiriéndose a la muerte de Manuel Barquín, como que si este se hubiera liberado de la culpabilidad con su muerte, afirmación que carece de sustentación alguna, puesto que Manuel Barquín jamás fue culpable ni pesó sobre él –en ningún momento– culpabilidad de algún tipo. De ninguna culpabilidad, pues, fue liberado. El error en que incurre Rodolfo Neutze tiene su raíz en las conferencias de prensa CICIG-MP y en el uso inadecuado de la prisión preventiva, como que si la conferencia de prensa fuese la sentencia, y la prisión preventiva, el cumplimiento de la pena, la supuesta evidencia del éxito de la acusación en el asunto: el ser humano sentenciado en conferencia de prensa –culpable– y pagando en prisión (preventiva) su condena

Dice Rodolfo Neutze que sabemos –en forma absoluta– que algunos son culpables, independientemente de cualquier proceso que se siga, absurdo que –si eso fuese cierto– bien podría aplicársele a su amigo –cuyo nombre omite– y quien se encuentra sujeto a prisión preventiva.

Al igual que el columnista –en plural– tiene esa certeza absoluta –certeza absoluta en lo que a los otros se refiere– podrían otros tenerla con respecto a la culpabilidad de su amigo inocente por mandato expreso de la Constitución en tanto no exista condena firme en su contra –a quien podrían ver tal y como él ve a algunos– como absolutamente culpable, independientemente de cualquier proceso, regocijados –“hombres justos”– de la prisión preventiva a que este se encuentra sometido.

La prisión preventiva es usada entre nosotros como una falsa evidencia del éxito de la persecución penal, la prisión preventiva, la condena.

Manuel Barquín no fue liberado de la culpabilidad con su muerte, no es eso cierto, ni es esa la historia. Manuel Barquín –inocente– sin haber sido jamás juzgado murió en prisión, lo que es distinto. El amigo de Rodolfo Neutze no es inocente porque Rodolfo Neutze le tenga cariño y lo diga, sino porque así lo establece la Constitución Política de la República (el pacto de paz social entre nosotros) la cual –la Constitución– no es que “presuma” que sea inocente y que nos obligue a “presumirlo”, sino que dice que es inocente (que el amigo de Rodolfo Neutze es inocente), situación esta, la de su inocencia, que solamente podría terminar con sentencia firme que se dictase en su contra. Exactamente igual de inocente que el amigo del columnista, Manuel Barquín Durán, y si aquel –su amigo– muriera en prisión no habría sido liberado de su culpabilidad con su muerte, sino que se trataría de otro ser humano inocente, también muerto en prisión. ¿Que no sabríamos si se muere, su amigo, si inocente o culpable? ¿Que con la muerte de Manuel Barquín no podríamos saber ya de su culpabilidad o su inocencia?

Falso, pues le sabríamos inocente, como le sabemos inocente a este, inocentes ambos porque por mandato constitucional expreso –en tanto no condenados, en sentencia firme– tal y como ocurre con cualquier otro ser humano, los dos son inocentes. Rodolfo Neutze no es abogado, pero los ciudadanos todos. –abogados o no– debemos conocer nuestras leyes, la Constitución, la primera, ley como todas las otras leyes, pero con la diferencia de que es superior a las demás –leyes y tratados, sin excepción alguna– y, en su caso, importante es que no persista en errores como este, puesto que se trata de un joven político, llamado a incidir entre nosotros, y bueno será que, cuando llegue a ocupar una posición de mando, tenga claro que no solo su amigo es inocente sino todo ser humano, en Guatemala, en tanto no exista una sentencia firme que les condene. El artículo 14 de la Constitución Política de la República establece –textual– que “Toda persona es inocente, mientras no se le haya declarado responsable judicialmente, en sentencia debidamente ejecutoriada”. Estamos hablando de garantías constitucionales y de derechos humanos, y, ¡por favor!, es claro el texto y sobran los “intérpretes”.

Inocente, Manuel Barquín, e inocente el amigo de Rodofo Neutze, y no por haber estado aquel en prisión preventiva o por estarla, este, sufriéndola, se hicieron “menos inocentes”, otro error, conceptual (contrario a la Ley) en el que también se incurre. Cuidado con el dedo acusador, que es para eso que existe el debido proceso, más allá de simpatías y de antipatías, de filiaciones y de prejuicios.

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