sábado , 23 noviembre 2024
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Acisclo Valladares Molina

Dice bien Estuardo Porras Zadik en su columna de El

Periódico cuando invoca la sentencia popular pero la aplica con imprecisiones históricas que bien vale la pena corregir.

La primera es que hace caso omiso de la fecha histórica –histórica para mal– en que fue asesinada la revolución de 1944, aquel fatídico 18 de julio de 1949.

Hasta ese momento la Revolución –en esa fecha asesinada– había sido una revolución plural en la que cabían todos, con sus estiras y sus encoges.

A partir del asesinato de Francisco Javier Arana y de aquella revolución, la auténtica, surgió el intento de una revolución sesgada que usurpó su nombre y suplantó sus fines.

Esta, la sesgada, se hizo de posiciones de poder a partir de aquel doble asesinato y asentó sus reales sobre dos mentiras: Que Francisco Javier Arana, Jefe de las Fuerzas Armadas, había sido destituido de su cargo por el Congreso de la Republica, lo que jamás ocurrió y que sus asesinos no buscaban asesinarle sino capturarle, siendo el caso que jamás existió ninguna orden de captura en contra suya.

En reiteradas ocasiones he realizado un emplazamiento abierto para que nos ponga a la vista el decreto de destitución y la orden de captura, emplazamiento que renuevo y que cierto es que jamás podrá satisfacerse porque jamás existieron.

La otra imprecisión en que también incurre el columnista es referirse a Carlos Castillo Armas como General siendo el caso que Carlos Castillo Armas fue Coronel y no

General.

De error “inocente”, en error “inocente”, se tergiversa la historia.

Error de apreciación. –grave– es referirse a la “supuesta” amenaza comunista que habría dado origen a la liberación, amenaza que de “supuesta” no tuvo nada como tampoco la tuvo en la Rusia de 1917 (el gobierno de Kerensky incapaz de percibirla) o en la Cuba de 1959, alimentada y bienvenida por los ingenuos liberales.

Además del golpe determinante el asesinato de Francisco Javier Arana y con este, el de la revolución auténtica –la plural– la ya sesgada asentó claros y contundentes avances en pos de lo buscado y, así, por ejemplo, el golpe de Estado en contra de la Corte Suprema de Justicia por el solo hecho de haber admitido para su trámite un amparo (amparo que no cuestionaba la reforma agraria sino su arbitraria ejecución) .

Al golpe dado por la revolución del 44, la auténtica, la asesinada con el asesinato de Francisco Javier Arana, no hubo quite –dice bien, el columnista– pero bueno es saber que  la liberación no buscó quite alguno a la esencia y los logros del 44 puesto que muchos liberacionistas, incluido Castillo Armas, estaban comprometidos con sus fines y sus logros.

Dice el columnista que la Plaza del 2015 no tiene quite pero pienso que es importante que entienda que, para que no lo tenga, precisa de propuesta ya que si todo se deja en la protesta jamás se llegará a lo que quiere conseguirse: El objetivo debe ser la reforma del artículo 157 de la Constitución ya que, sin esta reforma, salvo algunos alegrones de burro, tenidos o por tener, nada cambiará entre nosotros: La clave de todo, el Congreso, en sus manos, el presupuesto y las leyes (el presupuesto para la administración de justicia y las leyes a aplicar) y, la clave del Congreso, la forma de elegir a los diputados que lo integran.

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