Por: Vera Calderón
Los primeros días de junio de 2018 quedarán marcados por la tragedia generada por la erupción del volcán de Fuego, que ocasionó la pérdida de vida de decenas de guatemaltecos, cientos de desaparecidos y miles de familias evacuadas, albergadas y damnificadas.
Nuevamente, la solidaridad que caracteriza a los guatemaltecos no se deja esperar.
Este desastre natural tuvo, además, consecuencias devastadoras en la actividad productiva. Sin duda alguna, el sector agro es uno de los más afectados. Se estima un daño de entre 25 y 50 % de la producción de ejote y minivegetales en las zonas de Chimaltenango y Sacatepéquez, principalmente.
Algunas plantaciones de brócoli, coliflor y arveja a campo abierto presentan daño completo. Otros cultivos están cubiertos de arena, y aún se están realizando las evaluaciones para poder determinar el impacto.
En la misma situación se encuentran actividades como el turismo, la industria, el comercio, sin dejar de mencionar la ya debilitada red de infraestructura vial.
Según estudios realizados por el Banco Interamericano de Desarrollo, la mayoría de los países que han sufrido un desastre natural terminan recuperándose; sin embargo, mucho depende de las medidas que se adopten en el corto y mediano plazo, desde el punto de vista social y económico.
Lo anterior nos lleva a reflexionar, qué es lo que ocurrirá una vez atendida esta emergencia, que solo viene a dar otro duro golpe a la falta de oportunidades que viven miles de guatemaltecos y a la deteriorada competitividad del país.
En este sentido, es crítico que los tomadores de decisión, y todos los actores públicos y privados, accionemos de forma inmediata la agenda para lograr la reconstrucción de las áreas afectadas; el acceso a la salud, educación y vivienda; la reducción de riesgos y sistemas de alertas tempranas; la recuperación e incremento de la capacidad productiva, la atracción de nuevas inversiones, el desarrollo de nuevos negocios; la mejora de la infraestructura de carreteras, vías de acceso, puertos y aeropuertos; y, en fin, todas aquellas acciones que mejoren la competitividad del país y el clima de negocios, para crear fuentes de empleo.
La exhortación es que con el mismo espíritu de solidaridad que a todos nos ha movido esta última semana, no descansemos en la construcción de un país para contar con las condiciones de vida que todos los guatemaltecos nos merecemos.