sábado , 23 noviembre 2024
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La piñata fue en el cielo

Dorita Miller de Villagrán, una muchacha guía de ochenta y nueve años, se fue al cielo con uniforme de gala y con lo más útil para emergencias en su cartera.

Una muchacha guía entusiasta, segura y sabia. Conocí a Dorita Miller de Villagrán, en un seminario que impartí en la Asociación Nacional de Muchachas Guías de Guatemala.

Después de la clase pensé, yo quisiera ser como ella. Una niña de ochenta y pico, amable, entusiasta, servicial y siempre lista. Con mucho respeto para mis ahora hermanas guías, era la más elegante, siempre llegaba impecable, con su uniforme, baches e insignias. Dispuesta a trabajar y servir. Puntual como nadie y con la inocencia de los sabios que no se pierde nunca.

Tenía hambre por la vida y su manita levantada era la primera al compartir en equipos, para dar una idea, una opinión o compartir una experiencia. Su ejemplo me llevó a que cuando Jeannette Sac, otra muchacha guía, me propuso ser parte de la Asociación, yo aceptara. Es mentira que sin pensarlo, lo pensé y recordé el ejemplo de Dorita, que siempre lista nunca olvidó ser niña inocente y muchacha trabajadora.

Hoy ya soy una muchacha guía. Ya soy eso que es Dorita, porque muchacha guía se es siempre, una niña con liderazgo que hoy más que nunca, mueve mentes y corazones con su ejemplo de esfuerzo y valentía.

Se fue y su cumpleaños lo celebró con Jesús, llegamos su familia y amigos. Como dijo fray Francisco, y su hija en la fiesta que tuvo ese día, logró reunirnos a todos, era lo que ella quería. Dorita es un ejemplo de lo que la mujer puede llegar a ser cuando Dios es el centro de su vida.

Se dedicó también a servir como laica dominica. Su vida espiritual dejó huella en todas las personas a quienes regaló ese amor que nace en los seres especiales que tienen llenura del Espíritu Santo.

Una mujer de carácter, fuerte, que se mantuvo firme cuando su hija se le adelantó al cielo, que cuando yo la conocí eran muchos seres amados los que ya se habían ido, pero ella vivía con la capacidad de ocupar esos espacios terrenales, dándonos cabida a las nuevas hermanas que adoptaba.

Aprendí de Dorita a estar siempre lista, aprendo de ella y aún me falta, actuar con humildad, aprender de todos, exponerme a decir y compartir aunque no me correspondan.

Aprendí de Dorita que ser Muchacha Guía forma, genera legado y nos asocia con Jesús, que según Mateo, expresó: Son bienaventurados los que trabajan por la paz.

Ella trabajó para construir paz en Guatemala. Ella trabajó con amor y fue amor en esencia, nos dejó un fuerte compromiso, un reto de seguir, de amarnos como hermanas y de servir.

Hoy doy gracias por haberla conocido. Hoy sé que es cierto que basta un momento de Dios para amar y aprender.

No quiero cerrar con un descanse en paz Dorita Miller de Villagrán, porque sé que en el cielo sigue siempre lista y desde allá nos tiene a todas en fuerte reflexión y dulces recuerdos de los momentos compartidos y su ejemplo. Siempre Lista Dorita.

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