EN CLAVE CRÍTICA
Por: Mariajose Rosales Solano
Generar ingresos en Guatemala siempre ha sido difícil, y la sostenibilidad de la vida depende cada vez más de esa monetización. Las prácticas de producir alimentos, vestimenta y utensilios ya no es para el autoconsumo, si no más bien para su venta. Esto genera una condición de “empleo” para generar dinero y comprar lo necesario para vivir. Según la Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos del primer semestre de 2017, el sector informal son trabajadores por cuenta propia (vendedores, comerciantes) y pequeñas empresas que no están integradas en el marco institucional. En Guatemala aumentó 70.2% la participación en este sector de la población económicamente activa (PEA). De cada diez personas, siete trabajan en la “informalidad”.
Según el informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), este aumento en la condición “informal” del empleo es a nivel mundial, no es solo en Guatemala, más del 61% de la PEA, es decir, 2 mil millones de personas. Más de 740 millones son mujeres y, en países de ingresos bajos o medio bajos, son más propensos a generar esta condición. Según la OIT, el trabajo informal no significa necesariamente el empobrecimiento, sin embargo, en estos países como Guatemala, las condiciones de precarización por factores estructurales, normalmente las personas que trabajan en la “informalidad” se encuentran en condiciones desfavorables. Por lo tanto, el empobrecimiento es una causa y una consecuencia de la “informalidad”. También, este informe (2018) argumenta que las personas de zonas rurales tienen el doble de probabilidades a trabajar en la “informalidad” que en las zonas urbanas. La agricultura es el sector con más informalidad. Y agregaría, las poblaciones de los pueblos originarios están orilladas a esta condición. Más del 80% de mujeres indígenas no obtienen derechos laborales, es decir, ni aguinaldo, ni bono 14 ni seguro social.
Un aspecto importante es que el empleo informal es difícil de medir y controlar para efectos de las responsabilidades y obligaciones en relación al Estado. Es difícil la recaudación de impuestos y la cobertura de los servicios sociales que este supuestamente está obligado a otorgar a la población. Las élites económicas han utilizado esta situación para criminalizar a las personas de la economía informal, pues aducen una no-ciudadanía. No obstante, esta criminalización es con base a la estructura desigual y la clasificación de quienes son humanos y no-humanos. La condición de la “informalidad” es paralela a generar condiciones desiguales para la mayoría de la población, y está cruzada con la idea de raza, clase y sexo, y desde el régimen colonial.