En las urbanidades ya no es posible tortear los tres tiempos de comida, y se convirtió en un servicio más para adquirir. Tres veces al día se compran las tortillas, lo cual significa que las mujeres trabajadoras requieren de estar elaborándolas todo el día. El precio oscila entre tres y cuatro tortillas por Q1.00, y eso consumimos aproximadamente cada persona por tiempo de comida.
Según los testimonios de varias compañeras, aprender a tortear muchas veces va acompañado de regaños y castigo hacia las niñas; es un oficio que requiere de perfección, feminizado y racializado. También, este trabajo está vinculado en la actualidad a las redes de trata por esclavitud laboral; adolescentes del área rural son trasladadas a las zonas urbanas en situación de trabajo forzado.
La situación de las mujeres jóvenes y adultas trabajadoras de las tortillerías es difícil y oculta. Los horarios son entre seis de la mañana y ocho de la noche; es decir, 14 horas estar paradas. Cuando no están torteando, deben hacer el trabajo de limpieza de casas.
Los pagos son de Q35.00 a 50.00 por día, aproximadamente mil quetzales mensuales; ni siquiera cumple el salario mínimo. Sin embargo, si es en condición de trata, no reciben ningún pago y su alimentación y hospedaje es en condiciones infrahumanas.
Quisiera dejar el pensamiento de que cada vez que coma una tortilla con su comida, con los frijolitos o los caldos, recuerde y piense qué significó la elaboración de ella y cuánta injusticia existe a su alrededor.