Estamos arribando a un año de que el Congreso de la República aprobó el Decreto 16-2017 “Ley de alimentación escolar”. Esta Ley constituye el instrumento legal más importante aprobado por los legisladores hasta la fecha. Las razones para determinar esto son: en primer lugar, en un país donde los índices de desnutrición de los niños son alarmantes. Si un niño presenta problemas de nutrición desde muy pequeño, sus posibilidades de desarrollar todas sus facultades mentales disminuyen; sin embargo, un programa de alimentación escolar de las magnitudes como fue concebido, viene a constituirse en un aporte para la calidad de la educación de nuestro país. En segundo lugar, es trascendente este esfuerzo, por la dinámica que generó para su aprobación.
Hubo diputados que se comprometieron en forma extraordinaria con el tema, formaron el Frente parlamentario contra el hambre, buscaron votos, realizaron foros, debates y otros cónclaves para socializar el texto, justificar la Ley y ganar apoyo. Por otra parte, organizaciones nacionales e internacionales se unieron para apoyar de distintas formas y lograr la aprobación. Fue un verdadero desafío, pero al final puede decirse que se logró con mucho éxito. Guatemala es el quinto país en Latinoamérica que cuenta con una ley de este tipo y, sobre todo, que tiene carácter general; es decir, va dedicada a todos los niños del sistema educativo del nivel preprimario y primario. En algunos países lo que hacen es otorgar la alimentación escolar solo a las escuelas ubicadas en áreas consideradas por sus índices de pobreza o desnutrición. Por otra parte, es importante señalar la participación de los padres; a través de la organización de padres de familia (OPF) se hace efectivo el programa en las escuelas. Al año de aprobación de la Ley, podemos decir que ha habido grandes adelantos, pero todavía hace falta mucho. Con la Ley se pasó de un aporte de Q1.11 en el área urbana y Q 1.58 en el área rural a Q3.00 en ambos cascos; esto todavía es insuficiente. Para 2019 serán Q4.00, y sigue siendo insuficiente. El promedio aceptado es de 1 dólar, algo así como Q7 u Q8 diarios por niño.
Lo malo fue que no se asignó el recurso para cubrir ese aumento significativo, pues el Presupuesto de Ingresos y Egresos del Estado para 2018 fue el mismo de 2017, lo cual provocó que el Ministerio de Educación hiciera transferencias internas; es decir, dejar de invertir en otros aspectos necesarios, para cumplir con la Ley, y a pesar de ello estamos satisfechos, porque sabemos que esta apuesta marcará la vida de los niños. Yo sé, y lo lamento, que cuando se habla de esto, los que comentan son quienes por alguna u otra razón no han recibido el programa de alimentación escolar, maltratan, ofenden y, abusivamente, se expresan por lo que no se ha hecho; a veces no conocen, solo se expresan, motivados por la ignorancia y poca información que tienen. Sin embargo, lamento que todos los que sí son beneficiados no digan nada. Felicito a cada uno de los que intervinieron para la aprobación de la Ley de alimentación escolar. En la historia educativa, ya está su nombre escrito.